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martes, 20 de mayo de 2014

Lisboa y el Tranvia "28", un recorrido turístico con el que disfrutar de la ciudad









Si vais a Lisboa, una buena opción para ver bastantes cosas de la ciudad sería cogiendo el tranvía número 28.
El tranvía 28 es una de las atracciones turísticas más importantes de Lisboa. Además de su particular estructura, este tranvía que funciona desde 1914 dispone de una red de casi diez kilómetros y su recorrido por calles estrechas y empedradas permite conectar varios puntos de interés en la ciudad.

Con una extensión que abarca desde el Castillo de San Jorge hasta el Barrio Alto, el tranvía 28 recorre también los barrios de Graça, Mouraria, Alfama, Baixa, Chiado y Madragoa, pasando por algunos de los edificios más emblemáticos de Lisboa. Se trata de un vagón pequeño y antiguo que se caracteriza por su color amarillo y sus asientos de madera.

Depende de donde estéis, podéis cogerlo en un sentido o en otro, eso a gusto del viajero.





En una hora de recorrido te permite ver parte de las calles y barrios de la ciudad, así como conocer la vida cotidiana de su gente. El tranvía se suele llenar bastante, y es difícil encontrar sitio, además si tienes en cuenta que los lisboetas que lo cogen suele ser gente bastante mayor, es normal que se les ceda el asiento.

Y más con la velocidad que a veces cogen, y los bandazos que dan. En nuestro caso tuvimos un toque con un coche que paró en un mal sitio, y en el que se vieron implicados un par de tranvías., así que estuvimos parados un buen rato.




La primera vez que cogimos el 28 optamos por hacerlo en la Plaza Luis Camoes, en dirección hacia la Alfama. Esta plaza es la frontera del Bairro Alto y el Chiado, la plaza se urbanizó en 1859, después de que el antiguo Palacio del Marqués de Marialva y Loreto fuera destruido. En el centro de la plaza se encuentra una estatua construida en 1867 del gran poeta portugués Luís de Camões.

Bajo Camões se encuentran las estatuas de otros ocho grandes nombres de la literatura portuguesa: Pedro Nunes, Fernão Lopes, Azurara, Castanheda, João de Barros, Sá Menezes, Jerónimo Corte-Real y Vasco Quevedo Castello-Branco.

Detrás de ella hay un quiosco histórico que sirve refrescos tradicionales portugueses.

En la plaza hay dos iglesias barrocas: Igreja de Nossa Senhora Do Loreto, sus orígenes datan de inicios del siglo XIII, no obstante la edificación actual es del siglo XVIII. Su autor fue el arquitecto Filippo Terzi, que la construyó por encargo de la comunidad de comerciantes italianos (venecianos y genoveses) que residían en Lisboa, allá por el 1517. De ahí que la Iglesia sea también conocida por “Igreja dos Italianos”.



Es por ello que se suelen dar misas en italiano. El anterior templo fue construido cerca de las murallas que defendían Lisboa en el siglo XIV, mandadas construir por el rey D. Fernando, y más tarde en 1573 sufrió obras de ampliación y se dedicó a Nossa Senhora do Loreto.
La decoración del altar mayor convirtió a la Iglesia del Loreto en una de las más ricas de la época; después de un gran incendio, en 1651, fue reconstruida, en 1676, con revestimientos de mármol y con pinturas italianas, pero el terremoto de 1755 la destruyó casi por completo.

Volvieron a reconstruirla una vez más, esta vez en estilo barroco pero con una fachada neoclásica obra de José Costa y Silva (el mismo que proyectó el Teatro de São Carlos) aunque conservó algunos elementos del trazado del siglo XVII, en concreto las esculturas que adornan las puertas. Al final la iglesia tiene una nave central con doce capillas laterales con los doce apóstoles y revestidas de mármol italiano. En la fachada esta la imagen de Nuestra Señora del Loreto, y por el escudo pontificio de Borromini (s. XVII) y está flanqueado por dos ángeles. La sacristía está revestida de azulejos del ceramista español Gabriel del Barco, y en sus paredes se pueden apreciar pinturas de Antonio Machado Sapeiro.


Nossa Senhora da Encarnaçao

Justo en la acera de enfrente nos encontramos con la Iglesia de la Encarnación (Nossa Senhora da Encarnaçao) del siglo XVIII, de estilo neoclásico tardío y rococó. Inaugurada en 1708, fue edificada por orden de la Condesa de Pontével, D. Elvira de Vilhena, dama de la Reina Catalina de Bragança, para ello se demolió parte de la Muralla Fernandina del siglo XIV y una atalaya, y todo para alojar los restos mortales del conde de Pontével.

El conjunto de estas dos Iglesias (con la de Nossa Senhora do Loreto) establecía, entonces, una de las puertas nobles de la ciudad. El templo sufrió una fuerte destrucción con el terremoto de 1755, siendo restaurado y bastante modificado en 1784, de acuerdo con el proyecto del arquitecto Manuel Caetano de Sousa, terminándose las obras allá por el 1875.
La fachada del Templo se presenta en un estilo Neoclásico conjugada con diversos elementos “rocaille” tardíos (el rocaille es un elemento de decoración con formas retorcidas a imitación de plantas, coquillages y rocas naturales o artificiales de formas caprichosas), disponiendo de interesantes imágenes de Santa Catarina que formaban parte de la antigua puerta medieval.

Cerca, muy cerca esta la cafetería A Brasileira, lugar de encuentro de varias generaciones de intelectuales y artistas. Tanto es así que en frente hay una estatua del poeta Fernando Pessoa sentado en una silla, recordando los días en que solía escribir en este café. Este café es toda una institución en la ciudad. Aquí don Fernando Pessoa escribió:

" ¡AH! La angustia,

la abyecta rabia,

la desesperación.

De no yacer en mi mismo desnudo

Con ánimo de gritar, sin que sangre el corazón

En un último, austero alarido"


El gran Pessoa se encuentra aún sentado en una mesa de esta cafetería art déco, fundada a principio el siglo XX en el Chiado como tienda de café brasileño. A pesar de los numerosos turistas que suelen visitarlo, sigue siendo un punto de referencia entre los lisboetas. Entre 1920 y 1950 se convirtió en punto de encuentro de diversos artistas y escritores como Almada Negreiros , Santa Rita Pintor, José Pacheko o Abel Manta.

En un inicio, nada más abrir el local los que acudían a él se tomaban una bica gratis al comprar café en grano, una buena manera de fidelizar a la clientela, como podréis comprobar Nespresso también ha tenido la misma idea... Se dice que la Bica, un café fuerte corto, fue inventado en este lugar. Hoy en día sus precios son un poco caros para los estándares de Lisboa. Sin embargo, si se quiere conocer el lugar, es bueno entrar y pedir el café en la barra, pues es más barato y además es un lugar que vale la pena ver por dentro, sobre todo por sus tallados de madera en el interior.

A los que no quieran una bica, tienen el Galão. que sería un café con leche, más café que leche, pero en vaso grande, o bien un Meia de Leite: se pronuncia tal y como se escribe. Este es un café con leche más equilibrado que el Galão. o bien un Café Cheio que sería como una bica pero un poco más suave pues la taza se llena hasta arriba con suficiente agua para suavizarlo. Y un curto, es exactamente eso que estás pensando, un café aún más concentrado que la bica, este ya es para valientes que no les afecte mucho la cafeína.

Nos subimos al tranvía 28 para ir hacia la Baixa, a través del Largo Chiado para llegar al barrio del Chiado. Este barrio sufrió un grave incendio en 1988 concretamente el 25 de agosto el incendio que comenzó en una calle cercana, alcanzó la Rua Garrett, afectó no sólo a comercios y oficinas, sino también a importantes edificios históricos. El Chiado se recuperó gracias al proyecto de renovación que duró una década, coordinado por el famoso arquitecto Álvaro Siza. El incendio destruyó 18 edificios, dejó dos muertos y 73 heridos, entre 200 y 300 personas desalojadas y en desempleo a cerca de dos mil trabajadores. La prensa portuguesa calificó el incendio como el peor desastre para la ciudad desde el terremoto de Lisboa de 1755. La verdad es que ha sido reconstruido con edificios de diseño moderno y calles peatonales con el típico empedrado portugués. Es el centro comercial donde encontramos tiendas de moda para todos los bolsillos de las marcas que todos sabéis y que siempre suelen estar todas juntas en una misma zona, y no doy más datos para no publicitarlas...

El nombre de Chiado existe desde alrededor de 1567. Inicialmente el nombre se refería a la calle más importante, la Rua Garrett, en honor al poeta Almeida Garrett, pero después dio nombre a la zona circundante. Hay quienes creen que se debió al chirriar (chiar) de las ruedas de los carruajes subiendo pesadamente la cuesta. El origen mas posible y citado lo relaciona con Antonio Ribeiro (1520-1591), un conocido poeta de Évora que vivió en esta parte de la ciudad y cuyo apodo era "chiado" ("chirrido"). Una estatua de bronce del poeta, del escultor Costa Mota, fue emplazada en la plaza Chiado en 1925.

Las calles del Chiado son muy pintorescas, bordeadas de casas coloridas y edificios que rebozan de historia. A los que no les guste el café y prefieran la cerveza podrían ir a la antigua Cervecería Trindade, hoy un prestigioso restaurante cuyo interior está cubierto por bellísimos paneles de azulejos. Inaugurada en 1836, funcionaba aquí la más antigua fábrica de cerveza de Portugal. El inmueble fue declarado en 1986 patrimonio cultural de la ciudad con la apertura de una galería de arte. La página web te lo explica todo, todito, está muy bien hecha y te dan unas ganas de plantarte allí en un santiamén...

Cuando lleguéis a la Calçada de Sao Francisco, agarraos bien al asiento, porque el tranvía baja rápido y hay muchas curvas y recovecos por donde pasar, una vez en la Baixa, (la zona más llana de Lisboa) la atravesaremos sin bajar del tranvía para enfilar otra vez hacia la colina, en dirección a la Sé (la catedral) la primera construcción data del 1147 en el lugar que ocupaba una mezquita árabe, se acabó hacia finales del siglo XI. En ella hay una mezcla de estilos, tenemos gótico, renacentista, manierista, barroco y pombalino.





Estamos ya en la La Alfama. Aquí si que os diría de bajar para contemplar la catedral.


Subimos de nuevo al tranvía porque ahora vienen cuestas y nos bajamos en el mirador que hay al lado de la Iglesia de Santa Luzia. Es el mirador de Santa Luzia. Yo volvería desde aquí hacia la Baixa, se puede continuar con el tranvía si se quiere ver otra parte de la ciudad, no tan turística, pero no por ello con menos encanto. Está en vuestra elección. Si llegáis hasta Martin Moniz, podéis llegar hasta la Praça do Rossio, a través de la Rua Palma, atravesar la Praça Figueira para llegar hasta la Plaza del Rossio. En la Praça da Figuera hay un local que lleva casi toda la vida en la plaza, os hablo de una de las pastelerías más antiguas de la capital lusa: la confeitaria nacional.

Fundada en 1829 por Baltazar Roiz Castanheiro, la confitería pertenece a la misma familia desde hace 5 generaciones. Sus pasteis de nata se sirven a temperatura ambiente y se degustan de pie ante el mostrador, entre espejos y dorados de estilo Belle Époque. En la planta alta, el salón de té sirve tentempiés más consistentes: hojaldres, croquetas de bacalao, empanadillas de gamba, etc... otra especialidad de esta venerable casa es el Bolo Rei, es decir, el roscón de reyes, un dulce, que nació en Francia.

Tras la Revolución Francesa, el tradicional rosco de reyes pasó a llamarse pastel de los sans culottes. En reacción, el monárquico Portugal lo adoptó con el nombre de Bolo Rei… Hasta 1911, año en que los republicanos portugueses le cambiaron el nombre por el de “Bolo de la República”. Hoy, las aguas han vuelto a su cauce y el Bolo Rei tiene la forma de una corona adornada con fruta escarchada y piñones a modo de gemas y perlas.

Si seguimos a la Praça del Rossio, nos encontraremos en el corazón de la ciudad en la Edad Media, aquí se celebraban las fiestas y los actos de fe, así como ejecuciones, hoy en día es una zona de cafés y terrazas. Al sur de la plaza se extiende la Baixa, pero antes de seguir camino porque no hacer una paradita en la Pastelaria Suiça, un lugar emblemático de la ciudad.



La Pastelaria Suiça fue fundada en 1922 y es uno de los lugares de culto de los lisboetas y uno de los primeros lugares de la ciudad que tuvo una terraza, también conocida como Casa Suiça es el lugar predilecto de los visitantes. El sitio recuerda tiempos de tertulias durante la época del dictador Salazar además de ser un sitio donde las mujeres compartían su elegancia con la ciudad. Por aquí vinieron personalidades como Orson Welles y María Callas. Y en esta pastelería se conspiraba durante los tristes años de la dictadura. En los tiempos difíciles, los portugueses que no tenían para carne se consolaban con los pasteles, de ahí la abundancia de confiterías.

El servicio es excelente, aunque los precios son un poco más elevados que en otros sitios de la ciudad. Para evitar precios elevados es mejor tomarse un café en la barra. También funciona como restaurante. Al otro lado de la plaza esta el Nicola, este es otro de los locales que hay que visitar porque se trata de una cafetería inaugurada hace más de 200 años y que encima se tiró un siglo entero siendo librería.



El Nicola fue lugar de reunión de la intelectualidad lisboeta y ahora lo es de turistas de todo el mundo. No es sólo café sino también restaurante y la oferta que tiene es razonable. Lo del nombre tan italiano se debe al origen de su fundador, Nicola Breteiro. Hay hasta una estatua del poeta Bocage, que era asiduo del local, en los tiempos que acudía solían llamar al café "la academia" por todos los intelectuales que lo frecuentaban.









































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