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viernes, 29 de agosto de 2014

Mas pueblos de la Toscana: Volterra, San Gimignano, y Montereggioni




San Gimignano es una pequeña pero encantadora población de casi ocho mil habitantes, que mantiene un inconfundible aire medieval, merced a la piedra de sus construcciones y a sus catorce torres de piedra gris blanquecina que quedan (llegó a tener unas 72 en su mejor época). Su nombre, San Gimignano, es en honor a un obispo que les salvó de las acometidas de Atila (el Rey de los Hunos).
San Gimignano podría ser el skyline de cualquier ciudad actual, pero en la época medieval. El motivo de aquellas torres de los siglos XII, XIII y XIV tiene que ver con el florecimiento comercial, cultural y artístico del municipio, que era paso obligado en la llamada Via Francígena, una ruta de peregrinación de 1,700 km, que como el Camino de Santiago, conducía al lugar donde se guardaban las reliquias, (pero en este caso son las de San Pedro), en la Basílica de San Pedro. Este camino nace nada menos que en Canterbury (Inglaterra), atraviesa toda Francia (esa es la razón de su nombre), tiene un desvío que pasa por Suiza y entra a Italia en uno de sus tramos, por el paso del Gran San Bernardo. Es una pena que no tenga tanta popularidad como el Camino de Santiago, aunque actualmente se está intentado darlo a conocer para promoverlo y restablecerlo. Esta importancia estratégica generó riqueza en muchas de las familias que para mostrar su poder económico se hacían levantar su propia torre. A más altura mayor capacidad y, por supuesto, mayor ostentación de cara a las demás familias acaudaladas. Esta tradición se hizo visible en algunas de las ciudades notables de la península italiana, como Bolonia o incluso Florencia.
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La torre más antigua es la Torre del Podestà, conocida como la Rognosa; mientras que la más elevada es la Torre Grossa, de 54 metros (aunque ésta última según la norma de construcción de la época y por reglamentación comunal que había, no debería medir tanto, pues no se podía erigir una torre más alta que la de la Rognosa , que medía 51 metros).

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Otra curiosidad de la ciudad son las distancias entre las casas. Ahora los edificios nos parecen todos pegados uno al otro; pero en realidad, en origen las casas estaban divididas por un espacio muy estrecho, de la medida de un ladrillo. Estos se llaman “vicoli de malvicini” y se deben al hecho de que los vecinos peleaban a menudo, y no permitían que uno construyera la casa pegada a la del otro, (tradición que hoy en día se sigue haciendo).
La espectacularidad de San Gimignano hace que esté tan concurrido en temporada alta, tanto que los vecinos llegaron a pedir que se racionaran las visitas porque no querían vivir en un Parque Temático del turismo. Flanqueando las murallas alcanzamos el Arco dei Becci (s. XIII) que separa la mencionada Vía San Giovanni con una de las plazas con mayor encanto de S. Gimignano como es Piazza della Cisterna. La Plaza de la Cisterna es el espacio con más sabor a medievo que uno puede encontrarse en un viaje a la Toscana como este. No sólo por estar compuesto de los largos torreones sino también por sus palacios, por su adoquín original y hasta por las Leyendas que la persiguen desde que nació. Su nombre tiene que ver con el pozo que recoge el agua almacenada en el subsuelo y que rompe el equilibrio de la plaza. Es un aljibe de la época y un ornamento más de los muchos que podemos observar. Destacan las llamadas torres gemelas güelfas, el Palacio Cortesi, el callejón de los orfebres y la inquietante Torre del Diablo, aunque es posible mencionar al menos diez puntos de interés histórico-artístico.
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La Piazza del Duomo o de la Catedral, cuyo nombre puede llevar a equívoco porque allí no hay catedral alguna, sino una colegiata de estilo románico a la que se accede subiendo por unas escalerillas. Este se puede considerar el corazón de San Gimignano quizás por reunir un mayor número de torres alrededor suyo y contar con el edificio religioso más importante de la ciudad (La Colegiata del siglo XIII que fue catedral en el pasado), además del viejo Palacio de la municipalidad (Palazzo vecchio del Podestà, junto a Torre Rognosa de 54 m.), amén del Palacio del Pueblo (Palazzo novo del Podestà) que se yergue junto a la Torre Grossa (51 m.). Entre la Cisterna y ésta piazza hay unos arcos que corresponden a una logia (Loggia del Comune) donde se reunía el pueblo en la época medieval. Dado que el Palazzo Vechio (S. XII) se convirtió en un teatro hace casi trescientos años y que a la Colegiata no podíamos entrar, centramos nuestros esfuerzos en el Nuevo Palacio del Podestà, que conserva intactas algunas de sus dependencias, y que es la puerta para subir a lo más alto de la Torre Grossa. Una visita a San Gimignano se quedaría algo huérfana si no se pudiera disfrutar de una panorámica desde alguna de las torres que permanecen en pie. Así que el Palazzo es una oportunidad fantástica para ello. El precio de la entrada al Palacio (dependencias y museo cívico) junto al ascenso a la Torre Grossa es de unos 5 euros, del Palazzo hay que destacar sobre todo la Sala Dante, llamada así porque el propio Dante Alighieri pronunció en la misma un discurso como Embajador de la Liga Güelfa (rival de los Gibelinos) dentro de su visita a la floreciente San Gimignano. Nada que ver con la faceta de escritor por la que se convirtió en eterno. Aunque su historia es superada por los frescos que decoran las paredes del salón, entremezclando motivos religiosos como la Maestá (Virgen en Majestad) de Lippo Memmi con otros meramente militares que recuerdan batallas pasadas. El resto de dependencias son de un carácter más museístico, pero lo interesante es, sobre todo, subir para tocar el cielo en la Torre Grossa. 
La subida es sencilla, para nada claustrofóbica, con escaleras muy anchas que aprovechan toro el grosor del edificio. La Rocca, es el nombre que recibe la fortaleza, es un área interesante para pasear, sentarse al sol y, sobre todo, para tomar fotografías interesantes desde un ángulo privilegiado dentro de la misma ciudad. Aquí los restos del baluarte defensivo de San Gimignano y de un viejo castillo que perteneció al Obispado de Volterra en la Edad Media del que no quedan apenas unas piedras, forman otra de las etapas básicas de cualquier ruta por la ciudad que se precie. Las vistas de las torres y, por supuesto, del paisaje campestre de alrededor, son muy recomendables. Si queréis aprender más podéis hacerlo visitando el increíble museo en San Gimignano en el centro de la ciudad y que es el hogar de una magnífica reconstrucción en miniatura de lo que la ciudad hubiera sido hace más de 700 años!

Antes de dejar atrás San Gimignano os recomiendo tomar un helado en la Plaza de la Cisterna, en la "Gelateria della Piazza" ya veréis las colas que se forman, y no es para menos pues esta heladería ha ganado varias veces el campeonato mundial del helado!. Un buen motivo para ir a San Gimignano el tercer fin de semana de junio es la celebración de la Ferie delle Messi, en la Piazza delle Herbe, hay una representación de los oficios medievales, herreros, alfareros, tejedores... en la Piazza de la Cisterna se venden productos específicos que sólo se pueden comprar esos días, hechos por los artesanos. En la Roca, habrá bailes, fiesta y luchas de justas, así como lanzamientos coreografiados de banderas, al ritmo de los tambores, concursos, bailes medievales... vamos todo un evento!.
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A 40 minutos está Volterra se encuentra en una colina de unos 500 metros de alto desde la cual podemos contemplar los valles del Cecina y el Era, dos ríos cuyas aguas fluyen alrededor. Las casas de piedra, son de un estilo bastante uniforme y tan sólo se atreven a sobresalir los edificios principales como la Catedral, el Baptisterio (separados ambos) y el Palacio de los Priores (Ayuntamiento), con su inconfundible torreón de almenas. Las calles se expanden alrededor suyo, y hay mérito en ello, pues se dispone de muy poco espacio, casi como si se agazaparan para evitar salirse lo más mínimo de las murallas.

El origen de esta ciudad es muy anterior al nacimiento del Imperio Romano. De hecho fue una de las capitales más importantes en tiempos de los etruscos, quienes le regalaron su nombre, Velathri, además de convertirla en una fortaleza con altos y poderosos muros. Ya en tiempos de los romanos pasó a ser Volterrae y creció, aunque las formas actuales provienen de la Edad Media y de algunas toques procedentes del Renacimiento. Fue foco de grandes batallas por el poder entre Güelfos y Gibelinos (a quienes daba su apoyo) hasta que la República de Florencia lo reabsorbió para que formara parte de sus territorios. Durante varios siglos perteneció al Gran Ducado de Toscana y en 1860 toma parte de la Italia Unida que formaba un nuevo país. Es por ello que Volterra tiene parte de distintos trocitos de la Historia de la Región, aunque predominen mayoritariamente los rastros del medievo, que son los que la definen de cara a los visitantes que se asoman hasta ella.
Esta ciudad siempre permaneció a la sombra de otras tantas que recibieron toda la fama de la Toscana. Quizás su acceso, no tan directo desde Florencia (es mejor si se hace desde Pisa, pues está a poco más de 60 km), le ha permitido pasar inadvertida a las hordas del turismo que suelen asolar estas tierras año tras año. Hasta que a la escritora estadounidense Stephenie Meyer, creadora de la saga de libros de Crepúsculo (Twilight para los anglófonos), se le ocurrió situar la residencia de los Volturi, la más vieja familia de vampiros, en Volterra. Fue más bien por un parecido en los nombres la razón de ubicar exactamente aquí uno de los capítulos de sus narraciones, aunque la autora reconoció que a partir de esa casualidad quiso conocer todo acerca de la ciudad y la vio perfecta para lo que quería transmitir. El paso de los libros a las pantallas de cine, con el mediático Robert Pattinson, fue toda una revolución. Y Volterra notó su efecto. De hecho varias escenas de la segunda parte de la serie (Luna nueva) fueron recreadas aquí (y en Montepulciano, quienes les dieron más facilidades de rodaje). Desde entonces es inevitable que un montón de sus visitantes asocien la ciudad con los vampiros de Crepúsculo. Recientemente su Alcalde reconoció que la película hizo que no notaran en absoluto la crisis económica que sí se ha percibido en el resto de Italia. Rápidamente llegamos a la Piazza dei Priore, otro escenario de la película. Pues Meyer ubicó aquí el hogar de esta familia de vampiros sedienta de sangre, en el Palacio del Prior.

En realidad el Palazzo dei Priori es una maravilla del gótico y presume de ser edificio más antiguo de la Toscana que funciona como Ayuntamiento. Una inscripción reza que fue construido en 1239, por lo que es muy anterior a otros palacios que podemos ver hoy en día en la región. Los priores eran los ancianos que dirigían la ciudad, llamados después Defensores del Pueblo. Es un edificio de piedra, con una fachada decorada con los escudos de las familias florentinas, los dueños de la ciudad desde el siglo XV. El insigne Palazzo se estructura en tres niveles con ventanas bíforas y termina en un precioso torreón bajo el que hay un enorme reloj. Hay distintas teorías que hablan que fue el edificio en el que se basaron para hacer el Palazzo Vecchio de Florencia, con el que guarda un gran parecido. Pero no es el de los priores, ni mucho menos, el único palacio de Volterra (que superan la decena), ni siquiera de la Plaza. Porque justo enfrente queda el Palazzo Pretorio de infinitos ventanales, con otro torreón y la figura de un pequeño cerdo de piedra sobresaliendo en el mismo. Y aún queda espacio para el Palacio Episcopal en cuyo interior hay un Museo de Arte Sacro que se abre al público para exponer algunas joyas pictóricas, escultóricas, así como algunos objetos procedentes de la catedral y de algunas de las iglesias de la ciudad. Todo es magnífico en este lugar. En muy poco espacio hay mucho, quizás demasiado para asimilar de una sola tacada. Detrás del Palacio de los priores pasamos a la Catedral, casi unida al mismo (les separa muy poca distancia). de la Piazza San Giovanni están los templos religiosos más importantes de la ciudad, la Catedral y el Baptisterio. El poder religioso de la misma época erigió el Duomo (catedral), cuyas obras comenzaron en el siglo XIII y acabaron en el XV. De la época románica aún se conservan los relieves que decoran el púlpito y la talla de El descendimiento de la cruz en el altar mayor. La catedral rebosa de piezas interesantes de los siglos XIV y XV. Más obras de esta época encontramos en el adyacente Museo d’Arte Sacra y en el Museo Cívico e Pinacoteca. Este Museo está albergado en el Palazzo Minucci-Solaini del siglo XV y ofrece al visitante importantes obras del siglo XV y XVI, como la imprescindible obra El descendimiento de la Cruz de Rosso Fiorentino, obra maestra del manierismo. Cuando uno entra se percibe la mezcla de otros estilos como el renacentista. La nave central de la Catedral está dedicada a la Virgen de la Asunción y cuenta con arcos de franjas blancas y negras como en otros muchos templos de la Toscana. El Baptisterio se aprovechó de una construcción etrusca precedente y se inauguró en el Siglo XIII. Tiene forma octogonal, y la pila bautismal de mármol es del Siglo XV, su autor es el escultor Andrea Sansovino, que también trabajó en el Baptisterio de Florencia y en la Iglesia del Popolo en Roma.



Montereggioni fue construido por los sieneses en el siglo XIII con fines defensivos: su ubicación estratégica sobre una colina con vistas a la carretera Cassia permitió al castillo para controlar las ciudades de la Val d’Elsa y Staggia así como controlar cualquier ejército que se acercara a la ciudad.Si llegas en coche puedes estacionar en un parquing que se encuentra a los pies de la muralla para entrar en la pequeña ciudadela a través de la Puerta Franca, con su foso y su puente levadizo. Cruzarla es entrar en el Medievo italiano. Dentro, además de la fachada gótico-románica de la Iglesia de Santa María de la Asunción y del Castillo disfrutaremos de un ambiente tranquilo y evocador.

Porque Monteriggioni se creó para eso precisamente, para ser un bastión defensivo en caso de guerra entre dos Repúblicas enemigas, Florencia y Siena. Los sieneses levantaron murallas altas y gruesas en el Siglo XIII para detener las embestidas procedentes del norte. Aprovecharon las formas de la colina para crear una estructura amurallada perfecta (570 metros de longitud siguiendo un círculo), que sólo vio alguna añadidura en el Siglo XVI. Probablemente no exista en Italia murallas mejor conservadas que las de Monteriggioni, con catorce torretas y dos puertas de acceso, al norte y al sur (esta última llamada Porta Romana).Piazza Roma, que es el mayor espacio abierto de este pueblo minúsculo que tan sólo cuenta con una calle principal en sentido norte y sur. Una iglesia parroquial, de estilo románico, tremendamente sencilla, estaba conectada armoniosamente con las casonas de alrededor. Se encontraba cerrada, aunque no debía tardar mucho en abrir sus puertas tratándose del domingo.Monteriggioni ha aparecido en películas muy conocidas como “La vida es Bella” (de Roberto Begnini) o “Gladiator”, ha sido una de las pantallas del videojuego Assasin´s Creed II, y el fondo de un sinfín de anuncios publicitarios. Su aspecto anacrónico, sin duda, lo hace ideal para ello. Aunque sus murallas fueron célebres mucho antes, cuando Dante nos habló del infierno en la Divina Comedia (Canto XXXI del Infierno), comparando las catorce torres de Monteriggioni con un círculo de gigantes rodeando el abismo infernal.

“però che, come su la cerchia tonda
Montereggion di torri si corona,
così la proda che ‘l pozzo circonda torreggiavan di mezza la persona
li orribili giganti, cui minaccia
Giove del cielo ancora quando tuona”.

Si visitas la zona durante el mes de julio disfrutarás del Festival Medieval de Monteriggioni una de las fiestas medievales más hermosas de la región en la que sus calles se llenan de artesanos, caballeros y personas vestidas con trajes de época creando una atmósfera encantadora. En estos parajes se han rodado numerosos anuncios, así como películas, entre las que tenemos:

Belleza robada, dirigida por Bernardo Bertolucci (1996), El paciente inglés, dirigida por Anthony Minghella (1996), La vida es bella, dirigida por Roberto Benigni (1997), Té con Mussolini, dirigida por Franco Zeffirelli (1999), Gladiator, dirigida por Ridley Scott (2000) y para los jugones recordarles que el juego Assassins Creed II está basado en los paisajes de toda esta región tan maravillosa.

lunes, 18 de agosto de 2014

Toscana...de Montepulciano a Montalcino, la Vía dell'Amore, y el Árbol de Oro...



Este recorrido que vamos a hacer esta vez, pasa por pueblos como Pienza, Montepulciano, Montalcino, Pitigliano, Arezzo, Cortona, Poppi, Volterra, Castellina in Chianti, y como no Siena y San Gimignano, los dividiremos en los que están al Norte, los que están al Sur y los que están al Este de Florencia.

Así que, alquilar un buen coche, mejor si sois dos conductores para ir cambiando de conductor y poder disfrutar de un paisaje tan idílico como el de la Toscana, comprar un buen vino ya sea un Brunello o un Chianti (no os preocupéis, estamos en una región vinícola donde se puede elegir entre numerosos precios, eso dependerá del bolsillo y de lo entendidos en vinos que seáis) un poco de pan y queso, y a disfrutar a lo grande!

A esta región podemos llegar vía el aeropuerto de Pisa, o el de Florencia, eso dependerá de la compañía aérea con la que voléis y alquilar en el mismo aeropuerto el coche. También se podría hacer la ruta en los autobuses locales o bien en tren, pero eso os daría menor libertad de movimientos.


Vamos a empezar por el Sur, con Montepulciano, muchos me preguntaréis y porqué por aquí, por que no empezar por Siena, o San Gimignano, mucho más conocidos... pues, por que el encanto de perderse y encontrar maravillas escondidas como estos pueblos es una forma de viajar, de conocer lugares fuera de ruta e intentar disfrutar del momento, bueno vamos a ello, ¿estáis preparados? pues en marcha motores!.

De estilo renacentista y situado sobre una colina a 605m sobre el nivel del mar. Montepulciano fue primero una fortaleza etrusca, luego pasó a formar parte del imperio romano al establecerse un regimiento para controlar las carreteras. La ciudad fue creciendo y siempre fue una fuente de disputas entre Siena y Florencia hasta que en la edad media los Médicis toman Montepulciano y la convierten en una ciudad rica y próspera rehabilitando las murallas y construyendo nuevos y hermosos edificios. Montepulciano se formó a lo largo de la calle principal, que tiene una longitud de 11,5 metros mas o menos, y el pueblo discurre a lo largo de ella, desde la Porta al Prato hasta la Piazza Grande, en lo alto de la colina. En el interior de las murallas hay infinidad de callejuelas que albergan palacios e iglesias renacentistas.



La calle principal es la Vía del Corso. Una fortaleza domina el núcleo histórico, donde surge la maravillosa Piazza Grande, que se construyó en el siglo XIII y, en el XV, Michelozzo la remodeló y le añadió una gran torre. Aquí se alza el Palacio Municipal, del siglo XIV y la Catedral del siglo XVII dedicada a Santa María de la Asunción. Dentro de la Catedral, de tres naves, se pueden admirar obras de notable valor, como la estatua yaciente de Bartolomeo Aragazzi realizada por Michelozzo y una Asunción de Taddeo de Bartolo. Siempre en la plaza se asoma al Palacio Tarugi, completamente revestido de travertino. El Palazzo Bucelli Data del siglo XVII y su fachada contiene una serie de relieves y de urnas funerarias etruscas.





No podemos olvidarnos del Santuario de la Madonna de San Biagio, que está en las afueras de la ciudad, en medio del campo, construido en mármol travertino blanco por Sangallo "El Viejo", en el siglo XVI, con un imponente altar mayor de ese mismo mármol. Recordemos también que la Piazza delle Herbe, la monumental y aislada Iglesia de San Blas, conocida como “el Templo” y la de San Agustín, el Palacio Cervini, realizado por Antonio Sangallo el Joven.



Montepulciano es famosa por sus antiguas tradiciones, como el “Bravio delle botti" una competición entre barrios que tiene lugar por las calles de la ciudad. El último domingo de agosto los 8 distritos de la ciudad se desafían por el Bravío (que resulta ser una tela pintada con la imagen del patrón de la ciudad, San Juan Degollado).

Antiguamente esta carrera se hacía con caballos (tal vez como el Palio de Siena) hasta que en 1974, el párroco don Marcello del Balio tuvo la idea de cambiar la carrera de caballos por barriles de 80 kg cada uno, cada barril debe ser empujado cuesta arriba por dos "empujadores". Pero no creáis que sólo se dedican a mover barriles, pues durante ese día hay más actos de celebración, por la mañana a primera hora ofrecen velas votivas al patrón, y a las tres de la tarde empieza un desfile histórico con más de 300 participantes que ataviados con trajes de época, y bailes de banderas van desfilando por la ciudad. No hay que perderse tampoco el “Bruscello Poliziano”, un espectáculo teatral basado en las tradiciones populares toscanas que se repite cada año desde 1939 en el atrio de la catedral.


Pienza: Situada entre Montepulciano y Montalcino, Pienza se incluye como parte de la Val D'Orcia, presume de tener un formidable paisaje y haber sido premiada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y no es de extrañar!. Los visitantes pueden deleitarse con la belleza natural que les rodea desde cualquier punto que se mire en Pienza, es simplemente impresionante! Lo mejor es comenzar el recorrido por un paseo por los majestuosos edificios que rodean la plaza central. El Palazzo Piccolomini es un magnífico espectáculo para la vista; una mansión de tres plantas con vistas a un jardín renacentista y más adelante con vistas al pintoresco Valle de Orcia y que fue sede del Palacio Episcopal.
La catedral de estilo renacentista está al lado de este espléndido palacio, y sin duda también merece la pena ser visitada. Cierra la plaza principal de Pienza el Palacio Borgia, frente al Palacio Piccolomini, llamado así porque fue donado por el papa nacido en Pienza al cardenal Rodrigo Borgia, su estrecho colaborador en la época, que más adelante será a su vez papa con el nombre de Alessandro VI y que fijó aquí su residencia.

La ciudad de Pienza, a sólo 35 kilómetros de Lucignano, está llena de lo que se conoce como las 'Calles del amor', ya que las calles tienen nombres como "La Calle del Amor", "La Calle de la Buena Suerte" y "La calle de la Fortuna"! Este lugar está dedicado a los momentos artísticos del Renacimiento y su red de pequeñas calles pintorescas y edificios realmente bonitos se suman al ambiente romántico de su alrededor! Este es el lugar que impresionó al director Franco Zeffirelli, tanto lo impresionó que decidió filmar la película de 1968 'Romeo y Julieta' aquí.

Y hablando tanto de amor cogeremos La Vía dell'Amore, que es el camino perfecto para que los enamorados recorran la zona, nos lleva de Pienza a Lucignano.

El pueblo amurallado de Lucignano, es con su forma elíptica (formada por varios anillos concéntricos), uno de los ejemplos más extraordinarios y mejor conservados del urbanismo medieval que ha llegado hasta nuestros días. Debido a su posición estratégica y dominante sobre el Valle de la Chiana, Lucignano siempre ha tenido una gran importancia, convirtiéndose muchas veces en contienda de los territorios colindantes. Lo mejor que se puede hacer es disfrutar de un paseo por las calles estrechas con viejas casas apretadas y amontonadas, y como no, admirar las impresionantes vistas que se ven de la Toscana rural. En el centro de la aldea se encuentra la Iglesia de San Francesco, construida en 1248. Su fachada sigue el esquema arquitectónico típico de la escuela franciscana (con forma de granero) y en su interior se pueden apreciar frescos de fines del año 300.


A Lucignano se la conoce como la "Ciudad del Amor", aunque también es famosa por una pieza que adornada su museo, situado en el Palazzo Comunale, esta pieza data del siglo XIII. Dentro del Museo Cívico, que se encuentra en el interior del Ayuntamiento, hallamos el tesoro más preciado de Lucignano, el Árbol de Oro (Albero d'Oro o Albero di Lucignano y también Albero dell'Amore), un imponente relicario que representa simbólicamente la Cruz de Cristo.

Fueron varios grupos de orfebres de gran talento los que durante más de ciento veinte años dieron forma a éste majestuoso Árbol de Oro que tiene una altura de 2,60 metros, además de todo el oro hay que añadirles cristales de roca, esmaltes y coral... digno de ver!. Originalmente era venerado por su simbología religiosa en la época medieval, la gente comenzó a creer que el Árbol de Oro tenía poder para sellar un vínculo duradero entre las parejas que renuevan sus votos de amor y fidelidad frente a ella, aunque la tradición dice que si en ese momento no tienes pareja o estas soltero y lo visitas pidiéndole el deseo de encontrar una, ten por seguro que llegará la pareja perfecta a tu vida! o al menos eso dicen, aunque hay que poner de tu parte, no lo hará todo el árbol! El camino sigue hasta la ciudad de Montalcino.


Desde que los etruscos y romanos se establecieron en la ciudad, esta fue pasando de unas manos a otras como muchas otras de la Toscana, unas veces formaba parte de Siena, otras de Florencia, volvía a pasar a manos de Siena, regresaba a manos de Florencia, así durante siglos, hasta que Siena cayó en poder de la Florencia, Montalcino resistió durante casi cuatro años, pero al final cayó de parte de los florentinos, bajo cuyo control estuvo hasta que el Gran Ducado de Toscana se unificó con el resto de Italia en 1861. Durante este tiempo que iba pasando de mano en mano, acabó en manos españolas, fue en el siglo XVI cuando la conquistó el ejército del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, a pesar de sus diferentes amos y debido a su importancia estratégica, nunca dejó de ser una ciudad-estado independiente.


Actualmente Montalcino es un pequeño municipio de unos 5.000 habitantes, el pueblo está construido sobre una colina dominando los valles de l'Ombrone y de l'Asso. Desde esta colina, en los días muy claros se puede llegar a ver Córcega, la isla de Elba, el Mar Tirreno, y más cerca, Siena, Pienza y Montepulciano.

El centro histórico de Montalcino refleja su rico y tumultuoso pasado. Construido en el siglo XII sobre las ruinas de una iglesia que habría fundado Carlomagno en el siglo VIII, la Abadía Sant Atimo, es una de las más bellas iglesias románicas de Italia, y se encuentra a sólo 9 km de Montalcino. Según la tradición, en el año 781 Carlomagno regresaba de Roma a lo largo de la Via Francigena (que iba de Francia a Roma). Mientras acampado cerca de Monte Amiata, muchos de los que le acompañaban de su séquito, y parte del ejército enfermaron por la peste. Durante la noche, un ángel se apareció al emperador en un sueño y le recomendó que recogiera una hierba particular, que la secase y luego hiciese una infusión con un poco de vino para que lo bebieran los enfermos. Lo hizo y el ejército se curó. La hierba se conoce desde este día como "Carolina". En agradecimiento, el Emperador se comprometió a fundar la abadía. Aunque eso es una leyenda pues según los historiadores, la fundación va más atrás, a los longobardos y el Monasterio de San Salvador (Salvatoris) en el Monte Amiata. Es posible que la Abadía de Sant'Antimo se construyera en el lugar de una villa romana y se sabe con certeza que en los siglos IV y V la aldea de Castelnuovo dell'Abate, en las colinas cercanas, era un importante centro habitado, dotado de una parroquia.
"Castello di Montalcino2" by User:Jaqen - Own work. Licensed under Public Domain via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Castello_di_Montalcino2.JPG#/media/File:Castello_di_Montalcino2.JPG
El castillo de Montalcino de forma pentagonal, tiene cinco torres en cada esquina, ha llegado prácticamente intacto hasta nuestros días. Su construcción se inició en 1361 en el vértice sur de las murallas de la ciudad se encuentran la torre del homenaje de S. Martino y la torre de S. Giovanni. El castillo incorporó la antigua basílica, que se convirtió en la capilla de la fortaleza, sus restos son todavía visibles cerca de la torre noreste. En el lado sur se levanta la muralla de los poderosos Médicis, añadida por Cosimo en la mitad del siglo XVI. La ciudad tiene 6 puertas de acceso que se conservan casi intactas. Desde la Porta al Cassero, una rampa de piedra te conducirá hasta el pórtico de entrada a la Fortaleza, levantada por los mismos sieneses en 1361 (entrada libre). No dejes de pasear por su patio interior, contemplar las ruinas de la antigua iglesia de San Giles y acceder al Bastión de San Giovanni, ocupado en la actualidad por una interesante enoteca. Desde esta tienda, a parte de catar algún Brunello, puedes acceder a lo alto de la muralla por sólo 4€, ¡no hay que perderse la oportunidad, pero mejor si te contienes con el vino! Frente a la rampa de la Fortaleza hay una entrada al casco histórico, por la Vía Ricasoli, uno de los ejes vertebrales de la ciudad.

Para una visita completa acércate al Palazzo Pieri-Nerli, un buen ejemplo de la típica construcción del Montalcino del S. XVI, y al vecino Convento de Sant´Agostino. Desde aquí si paseas por la vía Bandi llegarás a las plazas Garibaldi y del Popolo, centros neurálgicos del Montalcino actual. Allí se emplazan el Ayuntamiento (Palazzo Comunale) y la oficina de turismo. Así mismo si quieres seguir disfrutando de los magníficos vinos de la región, no te puedes perder visitar la cantina más antigua de la ciudad situada en la plaza del Popolo, inaugurada el 1888, la Fiaschetteria Italiana, una joya que el progreso ha respetado y conservado.

Si en Montepulciano tenían la carrera de los barriles, aquí tienen la Sagra del Tordo (la fiesta del Zorzal) un festival que se lleva a cabo el último fin de semana de octubre, con tambores, trompetas, trajes típicos que desfilan por la ciudad (el sábado), y al que le sigue una fiesta en el castillo de Montalcino (el domingo). Durante la mañana, hay otro desfile de disfraces, y los almuerzos de celebración se llevan a cabo en los cuatro quartieri (barrios) de Montalcino - Pianello, Travaglio, Ruga y Borghetto. Hay una competición de arqueros a los pies del castillo en la que participan dos representantes de cada quartiere. Pero hay un inconveniente, hay un número limitado de visitantes los que pueden reservar para estas fiestas, así que hay que informarse.

lunes, 11 de agosto de 2014

Madrid: La Plaza de la Paja, San Isidro, y una capilla que pasa desapercibida...aunque es de un obispo!

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En la época medieval esta zona era un barrio mozárabe que albergaba los restos arqueológicos del siglo XI de la original iglesia de San Andrés, donde estaba enterrado San Isidro, Patrón de Madrid. Tras la Reconquista, se construyó la segunda muralla de Madrid, la muralla cristiana, y este barrio se convirtió en una zona de palacios. La Plaza de la Paja recibe su nombre de la costumbre que había en el siglo XV de vender la paja que se daba al capellán y cabildo de la capilla del Obispo para mantenimiento de las mulas que los citados capellanes utilizaban para pasear. Sin embargo, su verdadera importancia es anterior a estas fechas pues en el siglo XIII era el lugar de mercado y centro de la villa, hasta que Juan II mandó construir la Plaza del Arrabal, que luego se transformó en la Plaza Mayor. La plaza de la Paja esta coronada por la Capilla del Obispo que fue ideada para albergar el cuerpo de San Isidro aunque al final no se utilizó para tal fin. Como Plaza Mayor estaba rodeada de palacios ( Palacio de los Lasso de Castilla, Palacio de los marqueses de la Romana, Infantado, Benavente, Villafranca, Anglomá, Lujanes y Vargas), que con el tiempo fueron siendo abandonados. En la vuelta de la plaza con las calles de la Redondilla y Mancebos, se encontraba la casa palacio de los Lasso de Castilla, (si queréis identificarla buscar una placa en forma de rombo que nos lo indica) derribada en 1880 para construir en su lugar varios edificios de viviendas. Tenía unos sesenta mil metros cuadrados de superficie y, se comenta que disponía de más de cien habitaciones.
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Dibujo de la fachada del Palacio de los Lasso




Fue levantada en el Siglo XIV, en los últimos años del reinado de Enrique IV, por Pedro de Castilla, biznieto del rey don Pedro I que se caso con Catalina Lasso de Mendoza, hija del señor de Mondejar. El palacio lo heredó su hijo don Pedro Lasso de Castilla y en él residieron los Reyes Católicos, así como Fernando el Católico y su segunda mujer, Germana de Foix. También residieron en el Palacio, Juana la Loca y su marido Felipe el Hermoso y, posteriormente, los regentes del reino el Cardenal Cisneros y el deán de Lovaina que llego a ser Papa con el nombre de Adriano VI. En el siglo XVI se construyó un pasadizo elevado que unía el edificio a través de la citada torre con la iglesia de San Andrés para comunicar los aposentos de los Reyes Católicos con la tribuna de la iglesia.

"Plaza de la Paja 02" by Bernard Gagnon - Own work. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Plaza_de_la_Paja_02.jpg#/media/File:Plaza_de_la_Paja_02.jpgEn 1611 el palacio pasó a sus primos los duques del Infantado, siendo derribado en 1882. En su solar, el marqués de Cubas, construyó, varios edificios de viviendas. En el lado oriental de la plaza, se alza el Palacio de los Vargas, ( lo podréis identificar porque en la puerta hay un banco de piedra con una estatua de bronce) construido en el Siglo XVI. La fachada de este edificio fue transformada en el Siglo XX, adoptándose una solución para que su fachada fuese una prolongación de la Capilla del Obispo, de forma que ambos conjuntos muestran idéntica fachada.

Bóvedas estrelñladas y arco mixtilíneo.jpgLa popular Capilla del Obispo, está situada en la Plaza de la Paja de Madrid, a espaldas de la iglesia de San Andrés, y formando parte del conjunto monumental de San Andrés, la Capilla del Obispo fue construida en el siglo XVI por Francisco de Vargas y Medina, privado de los Reyes Católicos, como capilla funeraria para albergar los restos de San Isidro Labrador que varios siglos atrás había trabajado para su antepasado Iván de Vargas. El buen Isidro –a quien aún le quedaban muchos años, casi cien, para ser declarado oficialmente santo- descansó allí poco tiempo, ahí va la historia: resulta que los restos del santo habían permanecido, desde poco tiempo después de su muerte, en la Parroquia de San Andrés. Pero a principios del siglo XVI, los Vargas, como antiguos patronos del muerto consiguen que se les ceda el cuerpo incorrupto del santo, al conseguirlo deciden honrarlo con la capilla. Pero he aquí que el párroco de San Andrés consideró que no había sido una buena idea (más que nada, porque si no había la posibilidad de poder ver al santo en su parroquia, sus fieles disminuirían considerablemente y por consiguiente las donaciones y limosnas a la parroquia) así que no cesará en su empeño de recuperar el cuerpo y traérselo de nuevo a su parroquia, y lo consiguió gracias finalmente a una Bula papal de Urbano III, por la que se zanjó el asunto declarando como verdadero dueño de los restos al templo parroquial. San Isidro permaneció en ella hasta que Carlos III en el siglo XVIII decide que el santo patrón de la ciudad merece un lugar mejor, y lo traslada a la Colegiata de San Isidro.



fotos-madrid-capilla-obispo-038.jpgDon Gutierre de Vargas y Carvajal, hijo de Don Francisco y Obispo de Plasencia, destinó la capilla a panteón familiar: cerró la puerta que la unía con San Andrés y encargó el retablo, los sepulcros de sus padres, y el suyo propio. A él le debemos el nombre: realmente se llamaba Capilla de Santa María y San Juan de Letrán, pero enseguida fue conocida como la Capilla del Obispo, en referencia a Don Gutierre. Durante el siglo XIX, la Capilla del Obispo pasó a propiedad de la Casa de Alba. Pasó el tiempo –mucho tiempo- y al acabar el primer tercio del siglo pasado el templo quedó sin culto. Esta circunstancia, y que D. Gutierre hubiera tapiado la puerta de comunicación, resultaron providenciales: el 19 de julio de 1936 los milicianos no incendiaron la capilla, como en cambio sí hicieron con la iglesia de San Andrés y la Capilla de San Isidro, que quedaron prácticamente destruidos, gracias a su discreta fachada y a encontrarse cerrada, durante la Guerra Civil se salvó de ser destruida.

Desde la primavera de 2010 está abierta para visita del público ha sido rehabilitada, joya arquitectónica del gótico del siglo XVI, fue declarada Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural, a pesar de que ha estado cerrada durante más de 30 años, durante los que se ha llevado a cabo una profunda reforma. Este monumento es muy poco conocido y sólo se puede visitar en días determinados, y siempre en visitas guiadas, a no ser de que estuviera abierto al culto. La verdad es que cuando ves la fachada, lo que menos piensas es que sea una capilla, pues más bien parece un palacio, pero si tienes la suerte de visitarlo podrás ver el estilo gótico del techo (uno de los pocos que quedan en la ciudad) y el inmenso retablo de madera rematado en pan de oro, así como el impresionante sepulcro en alabastro del obispo Gutierre de Vargas y Carvajal.

En la esquina de la calle Alfonso VI con Redondilla se encuentra el antiguo e ilustre Colegio de San Ildefonso, cuyos niños cantan todos los años los premios de la popular Lotería de Navidad, el Colegio de San Ildefonso es la Institución dedicada a la infancia más antigua de Madrid con más de 400 años de existencia.


5808935705_c9462412cf_z.jpgMuy próxima está la Plaza de los Carros, presidida por la Capilla de San Isidro, con un añadido barroco que acapara la atención del conjunto, fue construida a mediados del siglo XVII para acoger la tumba del patrón de Madrid, según un proyecto de Pedro de la Torre y bajo la dirección de Juan de Villareal, quién aprovechó los bloques procedentes de la derruida muralla medieval. Los relieves situados sobre las portadas de la capilla relatan dos episodios de la vida del santo. También encontramos la Plaza de San Andrés con la iglesia barroca del mismo nombre. San Andrés es una de las iglesias más antiguas de Madrid. El primer dato documental que se tiene de su existencia es su aparición en el Fuero de 1202 como una de las parroquias de la ciudad, aunque no obstante, y según la tradición, ya existía desde la época de San Isidro, que fue feligrés de esta parroquia siendo enterrado en el cementerio de la parroquia hacia el año 1130, lo que dio origen después, para albergar el cuerpo incorrupto del Santo. Se cree que la iglesia pudo estar situada sobre lo que fue una primitiva iglesia cristiana del Madrid islámico, ya que la jurisdicción de San Andrés se extendía por lo que fue el antiguo barrio mudéjar, posterior morería. La Casa Museo de San Isidro, situada en la Plaza de San Andrés, esquina a la costanilla de San Pedro, es un edificio que como tantos otros perteneció a la familia Vargas con la diferencia de que en esta casa vivió San Isidro y allí se produjo el milagro del pozo, el cual aún se conserva. Tiene una profundidad de 27 metros, más tres de agua. En una reciente excavación se han encontrado materiales en su fondo que datan del siglo XIII, algunos de tradición musulmana. En el cuarto donde vivió san Isidro, la familia de los Vargas mandó erigir una pequeña capilla poco más allá de 1212, año en que fue exhumado su cuerpo incorrupto y el pueblo de Madrid empezó a considerarlo santo. Esta capilla, varias veces reconstruida, así como una lápida puesta en 1783, ha llegado hasta nuestros días, pero resto de la casa no ha tenido la misma suerte, pues, imposible de reparar por su completa ruina, se decidió demolerla a finales del siglo pasado y en su lugar construir una nueva, de aceptables trazas en la fachada pero tal vez demasiado moderna en el interior.

Si queréis saber más sobre la Plaza de la Paja y alrededores, miraros este enlace: http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es

viernes, 8 de agosto de 2014

Madrid: la Calle Mayor, iglesias del Madrid de los Austria, atentados anarquistas y jardines escondidos




Dejamos atrás la Plaza de la Villa, y cogemos la calle Mayor hasta encontrar la calle de San Nicolás, si entramos por ella nos vamos a encontrar la iglesia de San Nicolás de los Servitas, del siglo XII, es el templo más antiguo que se conserva en Madrid.
«Calle Mayor 84 (Madrid)» de Basilio - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Calle_Mayor_84_(Madrid).jpg#/media/File:Calle_Mayor_84_(Madrid).jpg
Aquí se situaba la antigua Fonda Iberia
Pero antes de adentrarnos por la calle en dirección a la iglesia, debéis saber que en este cruce o ensanche de la calle Mayor se cometió un atentado, en 1906. El atentado que sufrieron Alfonso XIII y su recién estrenada esposa Victoria Eugenia de Battenberg el día 31 de mayo de 1906 el mismo día de su boda.  Todo comenzó cuando Mateo Morral se traslada a Madrid y se aloja en la Fonda Iberia, sita en la Calle Arenal nº 2  y que le había sido recomendada por un tal Francisco Ferrer Guardia.  En la recepción firma como Mateo Morral, fabricante, Barcelona. Parece ser que a través de los anuncios del El Imparcial, Mateo elige el lugar desde donde lanzará la bomba a la comitiva real. Se dirigió a la fonda de viajeros en la calle mayor número 88 piso cuarto de la derecha y convino con los propietarios de la misma el abono de 25 pesetas diarias por adelantado durante 14 días. Resulta curioso que no intentase en ningún momento ocultar su verdadera identidad.
El 31 de mayo de 1906 día que contraían matrimonio el rey Alfonso XIII con la princesa británica Victoria Eugenia de Battenberg, durante el trayecto de  regreso  desde la iglesia de los Jerónimos donde se habían casado al Palacio Real. Sufrieron un atentado  en la calle Mayor cuando  pasaron el cruce con la calle San Nicolás y al llegar el tiro frente a la embajada  Italiana (actual  Instituto Italiano de Cultura) el actual numero 84, el anarquista Mateo Morral lanzó contra la carroza real un ramo de flores que aparte de las flores contenía un presente más peligroso, una bomba. La bomba llamada de inversión, conocida como bomba de Orsini, igualita a la del atentado del Liceo, era de fabricación casera, y la arrojó desde el balcón de la pensión en la que se hospedaba disimulada dentro del ramo desde el cuarto piso del número 88 de la calle Mayor. La bomba en su caída tropieza con los cables del tranvía hecho que hace que su trayectoria se desvíe y en lugar de caer sobre la carroza real cae sobre el público cercano, matando a 25 personas y dejando heridas alrededor de 100. Los reyes resultarían ilesos.
http://1.bp.blogspot.com/-3IpPAkIVK6I/TuTfeMgzKDI/AAAAAAAAAEc/P-X9Zob87DI/s1600/atentadoalfonso13.jpgLa confusión es enorme y Mateo Morral sale del portal y se pierde entre la muchedumbre, con al parecer con la ayuda del periodista José Nakens, director de "El Motín".
La policía rodea el lugar y encuentra en la habitación donde se alojaba el anarquista un saco de viaje de piel lujosa con un neceser en su interior, una gabán de tela, varios frascos de sustancias químicas, (que sospechan han sido utilizadas para la confección del artefacto) varias prendas de ropa blanca, un plano de Madrid donde se encontraba marcado con lápiz el itinerario de la comitiva real y un paño blanco con manchas de sangre.
Varios ministros habían recibido anónimos anunciando el atentado, incluso en Palacio había recibido un anónimo diciendo que la Princesa Victoria no se sentaría en el Trono y en el  consejo de ministros celebrado de forma extraordinaria esa misma tarde se discutió si se habían tomado los medios necesarios para evitar el atentado y si se continuaban los festejos, o se suspendían debido al atentado, tomándose la decisión de no suspender los mismos.
Mateo Morral se traslada a Torrejón de Ardoz desde donde tiene organizado su regreso en tren a Barcelona; pero el 2 de junio fue reconocido por varias personas en un ventorrillo, cercano a Torrejón de Ardoz, donde se detuvo para comer. Estas personas avisaron a un guarda jurado particular de campo, se entregó pacíficamente, pero cuando era conducido por el guarda al cuartelillo de Torrejón de Ardoz, Morral le mató de un tiro y se suicidó a continuación de un disparo en el pecho.
Como curiosidad cabe señalar que en plena Guerra Civil se  renombró la calle Mayor como calle de Mateo Morral y se retiro el monumento a los fallecidos en el atentado. Terminada la contienda, ya con la dictadura, la calle volvió a su denominación original y se coloco en 1963 el monumento que podemos observar en la actualidad. Otra curiosidad más, es que éste fue el primer atentado que se fotografió en España, siendo portada en el periódico ABC al día siguiente.

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/1b/Iglesia_de_San_Nicolas_de_Bari_%28Madrid%29.jpgLa iglesia se llamaba en un principio San Nicolás de Bari pero al unirse con la parroquia de San Salvador, acabó siendo olvidada y años más tarde se convirtió en cuartel de las tropas francesas y almacén militar. En 1825 la Orden de los Servitas la restauraron y la reacondicionaron de nuevo para el culto, una vez que la Parroquia de San Salvador pasó a mejor vida. Es por ello que en esta iglesia hay un poco de todo, y de todo lo que podemos ver lo que más llama la atención es el techo mudéjar que cubre la nave central, (es el único que se conserva en Madrid) un altar retablo de Juan de Herrera, y un ábside con una bóveda gótica del siglo XV. La fachada es del siglo XVII y en la portada principal apreciaremos una obra barroca del siglo XVIII. Pero dejaros de puertas y alzar la vista, así podréis distinguir la torre mudéjar del siglo XII, que seguramente fue la torre de algún minarete árabe. En la parte derecha de la puerta, un poco alta para poder distinguir o leer nada, hay una placa en la que se nos informa de que en la cripta de esta iglesia está enterrado desde 1597 Juan de Herrera, arquitecto de Felipe II, artífice del Monasterio del Escorial. 
Las callejuelas vecinas conforman el entramado de lo que fue la villa medieval, salpicada de conventos y palacios. A pocos pasos está la Plaza del Marqués de Comillas, muy importante en el Madrid Medieval, entre esta plaza y la de la Cruz Verde, el Alamillo y la Ronda de Segovia quedan algunos restos del Barrio de la Morería. File:Madrid - Parroquia de Santiago y San Juan - 20110418 172259.jpgSeguimos por la calle de San Nicolás giramos a la derecha hacia la Calle Cruzada, y después hacia la plaza de Santiago para ello hay que girar a la izquierda, y nos encontraremos con un edificio cuadrado, que más bien parece un palacete, pero no, amigos es una iglesia, la Parroquia de Santiago y San Juan. El lugar donde debemos acudir para solicitar "La Credencial", que es el documento personal e intransferible que cada peregrino que quiere realizar el Camino de Santiago saliendo desde Madrid debe tener para identificarse como tal y donde se van sellando las etapas que este recorre hasta llegar a Santiago de Compostela.  Este documento vale para identificar al peregrino y acreditar que es merecedor de la compostelana, cuyo requisito es recorrer más de 100 Km si el peregrino va a pie o 200 Km si va a caballo o en bicicleta. La historia de este edificio es interesante, pues está situado en el espacio donde se encontraban dos de las iglesias más antiguas de Madrid, la de San Juan Bautista (situada en la Plaza de Ramales) y la de Santiago (que acogía las celebraciones de los Caballeros de la Orden de Santiago). La verdad es que eran dos construcciones de arquitectura sencilla, pero que en su interior albergaban valiosas obras de arte. Pero un buen día José Bonaparte, si, sí el hermanísimo del pequeño emperador, Napoleón, (al que había impuesto como gobernante del país) decidió hacer un cambio, debería ser que no le gustaban las vistas, no sé, pero la verdad es que mandó derribar todas las edificaciones que se encontraban frente a la fachada oriental del Palacio Real de Madrid, para abrir una gran plaza que se conocería a partir de ese momento como la Plaza de Oriente.
http://www.caminosantiago.org/cpperegrino/consejos/objetos/credencialext.gifAl destruir la iglesia de San Juan Bautista, se perdieron los restos del pintor Diego Velázquez, que allí había sido enterrado, pues vivía, como aposentador real, en la vecina Casa del Tesoro. Así que en  1811 se iniciaron las obras para levantar la iglesia actual, heredera de las dos desaparecidas. Se hizo de nueva planta, con un diseño neoclásico del arquitecto Juan Antonio Cuervo, colaborador de Ventura Rodríguez. El proyecto se caracteriza por utilizar materiales tradicionales de la arquitectura madrileña: granito y ladrillo. La fachada principal es muy plana con pilastras de orden toscano y refleja influencias del estilo de Juan de Villanueva. Sobre la entrada, se halla el relieve de Santiago Matamoros, en la legendaria batalla de Clavijo, cerca de Logroño, donde el Apóstol Santiago apareció en el cielo, sobre su caballo blanco, para ayudar a las tropas cristianas de Don Ramiro, rey de Asturias, en el año 845.
Ahora para poder continuar la visita es necesario volver a la Plaza de la Villa, y la mejor manera es coger la calle de los Señores de Luzón, que acaba justo en la calle Mayor, enfrente de la plaza de la Villa.
En el número 4 de la calle de los Señores de Luzón, contigua a la Iglesia, tenían la casa una de las familias más antiguas asentadas en Madrid, pues sirvieron en la corte de Enrique IV, y de los Reyes Católicos, en concreto su casa estaba situada entre la iglesia y la casa de los Losada. Anteriormente se la conocía como la calle de San Salvador, pues aquí se encontraba la iglesia con el mismo nombre. En esta misma calle estaban las casas de los Condes de Montijo y de Aranda, que fueron derribadas en 1935. En el número 5 de esta calle esta el restaurante taberna Can Punyetes, con gastronomía típica catalana en pleno centro de Madrid. 
Atravesamos la plaza, y cogemos la calle del Cordón, y que anteriormente tuvo el nombre de Calle de los Azotados, pues por aquí pasaban los reos condenados a la pena de azotes, dada su proximidad con la cárcel de Villa. Los azotes se efectuaban a la vista del público, y los azotados necesitaban dos semanas de hospital para reponerse de los latigazos. Fue en el siglo XIX cuando se le cambia el nombre al estar cercana a la Casa del Cordón.
"Basílica Pontificia de San Miguel (Madrid) 01" by J.L. De Diego - Originally posted to Madripedia as Basilica Pontificia de San Miguel. Licensed under Public Domain via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Bas%C3%ADlica_Pontificia_de_San_Miguel_(Madrid)_01.jpg#/media/File:Bas%C3%ADlica_Pontificia_de_San_Miguel_(Madrid)_01.jpg
En la calle San Justo se levanta la Basílica de San Miguel, obra barroca del siglo XVIII del italiano Bonavía (que trabajaría también en los Reales Sitios de Aranjuez). Este templo se levantó por iniciativa del marqués de Scotti, secretario de la reina Isabel de Farnesio, que deseaba construir una iglesia y un palacio arzobispal para el infante-cardenal don Luis de Borbón. Ante las reducidas dimensiones del solar, Santiago Bonavía optó por aplicar un esquema de planta muy movida, capaz de sugerir una efectista grandiosidad. Es la única fachada curva con trazado barroco de Madrid.    
La actual Basílica se asienta sobre el lugar en el que se alzaba la iglesia de San Justo y Pastor, que ya figuraba en el Fuero otorgado a Madrid por Alfonso VIII, realizado entre 1158 y 1202. Ocupaba entonces el cuarto lugar entre las parroquias madrileñas, tras la de Santa María, San Andrés y San Pedro.
En Semana Santa sale de este templo una de las procesiones más populares de Madrid: la procesión de los Estudiantes. Entre el Arzobispado y la Basílica de San Miguel, se ve el Pasadizo del Panecillo que permanece cerrado desde 1829, ya que al ser tan estrecho y angosto podría ser albergue de malhechores. Su curioso nombre viene del tiempo en que el Arzobispo don Luis Antonio Jaime de Borbón, el hijo de la reina Isabel de Farnesio,  repartía un panecillo desde la ventana a los pobres que se acercaban. De la iglesia de San Justo se sabe gracias a diferentes documentos que fue objeto de reformas y mejoras en su decoración en el siglo XVI, manteniendo el protagonismo que le correspondía como parroquia del Madrid más antiguo. Así lo testimonian sus libros parroquiales pues aquí fueron enterrados el padre de Quevedo, así como sus abuelos matemos y un hermano, en los libros parroquiales se encuentran las partidas de defunción de el padre de Miguel de Cervantes, y otros muchos. En 1738 se derribó la vieja iglesia, y se perdió sin duda un edificio de gran interés histórico.  La iglesia pasó a llamarse de San Miguel, Santos Justo y Pastor cuando, como se ha dicho, se fusionó con la parroquia la que estaba dedicada a San Miguel y ocupaba el solar del actual mercado de ese nombre. Su incendio en 1790 y su saqueo durante la invasión francesa obligaron a ese traslado.
"Iglesia de San Pedro el Viejo (Madrid) 02" by Luis García. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Iglesia_de_San_Pedro_el_Viejo_(Madrid)_02.jpg#/media/File:Iglesia_de_San_Pedro_el_Viejo_(Madrid)_02.jpg
Tras atravesar la calle Segovia se entra por la del Nuncio hasta llegar a la Iglesia de San Pedro El Real o el Viejo, es del siglo XV, y fue fundada por Alfonso XI, esta iglesia también tiene una torre mudéjar sobre el alminar de una antigua mezquita.  Según cuenta la leyenda, a pesar de su imagen sencilla se decidió colocar una campana demasiado grande y pesada para el campanario, tal era el caso que no se podía subir para colocarla en el lugar que debía ir, una buena mañana la campana apareció ya colocada en su sitio y desde entonces tenía poderes para alejar tempestades y tormentas, así que los labradores cuando la oían tocar decían "huyamos, que tocan las campanas de San Pedro".
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/1/19/El_Jardin_del_Principe_de_Anglona05.jpg/1280px-El_Jardin_del_Principe_de_Anglona05.jpg 
Después de tanto recorrido e iglesias que tal un pequeño descanso en un jardín medio escondido como es el Jardín del Príncipe de Anglona, que pasa prácticamente desapercibido, ya que se encuentra rodeado de un muro y su entrada es pequeña. Está en una esquina de la Plaza de la Paja. Sin embargo es un pequeño oasis en el centro de la ciudad en el que hay un pequeño mirador y sus bancos nos ofrecen un poco de sombra en las soleadas tardes veraniegas. Este jardincito de La Latina estuvo vinculado a la casa-palacio del Príncipe de Anglona, que tuvo ilustres moradores a lo largo de su historia, como el XI Conde de Benavente. Pero el jardín, tal y como está hoy, fue un encargo de los marqueses de la Romana al pintor y paisajista J. De Winthuysen en 1920. Ahora, el parque es de propiedad municipal (abre de 10.00 a 18.30).
La calle donde está situado, la del Príncipe de Anglona se llamó en su día Calle sin Puerta, ya que fue hecha para conectar la Plaza de la Paja con lo que es ahora el Palacio de Anglona. Al no haber puertas en la calle, recibió este singular nombre.