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martes, 30 de septiembre de 2014

Recorrido por la Bretaña I: Rennes la capital


Este septiembre decidimos explorar parte de la Bretaña, y digo parte porque es una zona donde hay mucho que ver, y nosotros llevábamos los días contados, así que nos decidimos por la zona central de la misma, visitando la capital, Rennes y siguiendo una ruta que nos llevaría por Fougères, el Mont Saint Michel, Saint Maló, Dinard, la Costa Esmeralda, Dinan, Josselin, Vannes, Carnac... En total unos 700 kilómetros hechos en coche de alquiler, y alojándonos en hoteles y en las típicas casas de huéspedes.
Llegamos en avión desde Barcelona, este año hay tres vuelos de la compañía Vueling que nos acercan a Bretaña, uno a Rennes, otro a Brest y otro a Nantes. Éste último creo que tiene una frecuencia diaria. También creo que vuela Ryanair y alguna compañía mas. Otra opción es llegar desde París, a través del TGV, en unas dos horas te plantas en la ciudad. Nos alojamos en el hotel Ibis Styles Rennes Gare Nord, un buen hotel bastante céntrico al que puedes llegar en metro o bien a través del TGV pues está en la estación. La zona está en obras por la ampliación de la estación, (bueno casi toda la ciudad está en obras, me recordaba un poco al Madrid de Gallardón). A pesar de estar al lado de la estación es un lugar tranquilo y seguro, pues la comisaría de la Gendarmerie está en una esquina. Hay numerosos locales de restauración, y el centro comercial Colombier a pocas calles.

En primer lugar hablaremos de Rennes, la capital, los romanos ya la conocían como aldea gala de nombre Condate, es decir que su historia tiene más de 2,000 años. Cuando los romanos llegaron la convirtieron en el centro administrativo provincial, junto con  Nantes (que está más al sur), en el principal cruce de caminos de su red de calzadas. Tras la caída del Imperio romano se sabe poco de la ciudad, hasta llegar al siglo XI, cuando destacó en la resistencia a las incursiones normandas que asolaban Francia en esa época. Bretaña consiguió mantenerse independiente hasta poco después de que la Duquesa Ana de Bretaña contrajera matrimonio con el rey francés Carlos VIII en 1491. 

Pero hagamos un poco de historia, el Ducado de Bretaña era rico, bastante rico, y conseguía mantenerse independiente pese a las invasiones normandas que lo asolaban. Este territorio era una "perita en dulce" para muchos soberanos. Y la heredera de ese ducado se nos presenta como una dulce y bella princesa de la Baja Edad Media, rodeada de trovadores y símbolo del amor cortés. Ya de pequeña se vio inmersa en la política de alianzas de su padre el duque Francisco II. Del éxito de su boda dependería el futuro del ducado, que constantemente estaba codiciado y asediado por todas las potencias de la época. A los trece años contaba con un pretendiente en cada país europeo, al final el elegido fue Maximiliano I, rey de Austria y futuro emperador. Su primera boda real tuvo lugar en 1489, convirtiéndose en reina de Austria, el matrimonio se realizó por poderes y aún no se había consumado, cuando Carlos VIII de Francia, cuya prioridad principal era anexionar el ducado de Bretaña a Francia, realizó una hábil maniobra, atacó Rennes la ciudad donde residía la joven duquesa y la obligó a repudiar a Maximiliano I para casarse con él, a cambio su ejército no asolaría a sus súbditos. De ser reina de Austria pasó a serlo de Francia, firmando antes una cláusula por la cual, en caso de muerte del esposo, y si no había descendencia, ella debería casarse con el heredero del trono, así se aseguraba la continuidad de la alianza entre Francia y Bretaña. Y vaya la casualidad, eso es lo que sucedió, Carlos VIII muere repentinamente y de forma accidental sin descendencia (se golpeó la cabeza con el quicio de una puerta, que manera más tonta de morir...), y Ana se casa con su primo Luís XII, el heredero (que también la había cortejado). Hasta aquí todo bien, el pequeño problemilla es que Luís XII ya está casado con Juana de Francia, las circunstancias le obligan a repudiar a su esposa pero como a parte de fea y gibosa la mujer es intachable, opta por comprar la voluntad del Papa Borgia, Alejandro VI, el cual sin problema alguno consiente que Ana se case por tercera vez. Y tal como dicen a la tercera va la vencida, vivieron felices a pesar de 9 embarazos y no tener hijo varón, pues sólo sobrevivieron su hija Claudia, que llegará también a ser reina, y con ella se completará la anexión de Bretaña a Francia. Y Renata de Francia, la que tenía que heredar el ducado de Bretaña por expreso deseo de su madre, pero el rey no lo consideró oportuno ya que prefirió casar a Claudia con el delfín Francisco I.
Ana muere joven, con apenas 36 años, agotada y con la salud quebrantada, de ella ha quedado una tradición que aún perdura, su emblema real fueron los armiños blancos, color que usó repetidamente en sus bodas, así por simple imitación, se hizo muy popular entre las damas de la época, casarse llevando un vestido de color blanco.

La bandera de Bretaña se la conoce como Gwenn ha du y fue diseñada en 1925, es blanca y negra. Está compuesta por cinco bandas negras, que simbolizan los antiguos obispados de la Alta Bretaña (Rennes, Nantes, Dol, Saint-Maló y Ssaint-Brieuc) y cuatro franajs blancas que corresponden a los de la Baja Bretaña (Cornualles, Léon, Tréguier y Vannes). En un recuadro blanco se representan once armiños estilizados, emblema de los Montfort, duques de Bretaña (la forma de cruz recuerda la piel de este animal, que aparece en muchos escudos de las ciudades bretonas).

Otro símbolo bretón que podréis encontrar en cualquier parte es el Triskell una cruz de tres espirales que representan la tierra, el fuego y el aire. Probablemente sea un símbolo de origen celta que se encuentra no sólo en monedas y joyas antiguas, sino también en miniaturas y pergaminos medievales, en la actualidad lo encuentras en los diferentes souvenirs que hay en todas las tiendas de recuerdos.

Situada en la confluencia de los dos ríos más importantes de Bretaña, el Ille y el Villaine, y que a su vez la divide en centro norte y centro sur. El centro sur es donde está toda la actividad administrativa e industrial, es más moderna. En cambio el centro norte se corresponde con el casco histórico, la ciudad estudiantil, el comercio y las zonas de ocio. La ciudad se puede visitar en un día y medio como mucho, al menos para nosotros fue suficiente. El sábado la ciudad bulle, la gente pasea, va de tiendas, de bares... en cambio el domingo es diferente, sólo están los visitantes, pues casi todo está cerrado, si señores aquí el domingo es para descansar, y se lo toman muy a pecho. Por ello os recomiendo encarecidamente acudir a la oficina turística, que se encuentra en una capilla, concretamente en la Chapelle de Saint Yves (del siglo XV) y que pertenecía al Hôtel Dieu de la ciudad (el antiguo hospital que fue demolido para canalizar el río) en ella está la exposición permanente Rennes, ville d'art et d'histoire que a través de fotografías, maquetas y pinturas nos documentan la historia de la ciudad y su gente. El domingo es un buen día para una visita guiada, así lo hicimos nosotros, pues apenas hay gente y te puedes mover por la ciudad en grupo tranquilamente.



Detrás de la Rue St-Ives encontramos las calles más pintorescas de la ciudad como la rue du Chapitre con el Hôtel du Blossac, en el número 5, uno de los mejores ejemplos de casas con estructura de madera y que sobrevivieron al incendio de 1720, y la rue de Psalette, así como numerosos palacios de los siglos XVIII y XIX. Por la rue des Dames (lleva el nombre en honor de las damas de compañía de la duquesa Ana de Bretaña, aunque no siempre llevó este nombre, durante la revolución francesa a muchas calles se les cambió el nombre, por ejemplo a la Rue St-Yves se la llamó Rue des Sans-Culottes, y tuvieron la cortesía de cambiarle también el nombre a la de des Dames  que pasó a llamarse Rue de la Raison, por ella llegamos a la Catedral de St-Pierre, construida en el siglo XVII en estilo neoclásico, en la portada, flanqueada por dos torres gemelas podemos ver el escudo de Luis XIV, el rey Sol. Cuando ves la fachada no te esperas lo que te vas a encontrar dentro, y la verdad es que es preciosa, uno piensa que aquí la catedral tendría que ser gótica como tal vez la de Chartres, pero no neoclásica estilo Segundo Imperio llena de estucos y dorados, además las columnas que se ven parecen de mármol, pero no, son de granito y están pintadas y tratadas de tal manera que dan el pego. La verdad es que es una maravilla, llevan más de 10 años restaurándola y el año que viene en 2015 acaban y lo celebraran por todo lo alto. En frente de la catedral hay una calle que nos lleva a las Portes Mordelaises, las puertas de la muralla construida por los romanos en el siglo III. Por aquí pasaban los duques de Bretaña para su coronación en la Catedral.
Como podréis ver en la foto hay vallas que impiden moverte por la zona, el motivo es que están los arqueólogos, investigando un poco, además quieren hacer una zona ajardinada para resaltar las murallas del siglo XV. Desde aquí el recorrido nos lleva a la Place des Lices, fuera de las murallas y donde durante la Edad Media se celebraban los torneos de caballeros y las Lizas. Si lo visitáis una mañana de sábado, podréis disfrutar de uno de los mercados al aire libre más grandes y coloridos de toda Francia.
En el siglo XVI fue ampliada, y un siglo más tarde se empezaron a construir los Hôtels Particuliers, edificios erigidos como residencias para los parlamentarios en un estilo medieval. Al final de esta plaza, encontramos otra placita la de San Michel, un lugar de reunión para los habitante de Rennes, ahora, porque en siglos pasados aquí estaba la horca, justo debajo del reloj que no funciona (se dice que está encantado) para impartir "justicia" y no era muy visitado que digamos, al lugar se le conocía como "el fin del mundo". Si seguimos por la Rue Saint Michel, una de las calles más antiguas de la ciudad veremos más edificios con el típico entramado de madera, son casas de los siglos XV y XVI, en el número 13 encontramos la casa más antigua de la ciudad.
Tras recorrer la rue St-Michel a la que los estudiantes suelen llamarla la "rue de la soif" la calle de la sed, debido a la gran concentración de bares que hay por la zona, llegaremos a la Place St-Anne, donde se encuentra la iglesia de St-Aubin, que muestra un cierto desequilibrio en sus proporciones debido a la impresión que produce su tejado a dos aguas. La foto aparece con vallas, y es que Rennes parece que está en obras continuamente, en un lado los arqueólogos buscando, en otros la nueva línea de metro que complementará a la ya existente, (es un metro pequeño y estrecho de un par de vagones que funciona automáticamente sin conductor, como la línea 14 de París y al que tienes que bajar varios niveles para poder cogerlo). En la misma plaza hay un par de casas que son un ejemplo de la arquitectura civil que predominaba antes del incendio de 1720. El 23 de diciembre de ese año un carpintero borracho Henry Boutrouel (al que conocían como Cavée) discute acaloradamente con su mujer y prende accidentalmente fuego a su tienda, cuando se le cae una vela sobre un montón de astillas de madera.  fuego se propaga rápidamente por toda la ciudad, se quemaron unas 10 hectáreas, las más pobladas, casi el 40% de la ciudad, después de 6 días consiguen aplacar el incendio porque a alguien se le ocurre hacer un cortafuegos con los edificios que aún están en pie, además por obra y milagro divino empieza a llover torrencialmente lo que hace que la llamas se apaguen y las iglesias se llenen de ex votos de agradecimientos. Las perdidas humanas fueron más bien pocas, en cambio las materiales fueron extensas, de entre ellas se perdieron más de 8 millones de libros y documentos.

Si cogemos la Rue St-Melanie, llegaremos a otra iglesia neoclásica la de Nôtre-Dame en Sainte-Melaine. Aquí las paredes están llenas de ex votos y agradecimientos varios de la gente de Rennes algunos del siglo XVIII, XIX y anteriores. Al lado de la iglesia está el parque o Jardin du Thabor, originalmente era el huerto de los benedictinos de Ste-Melanie, que lo llamaban así en recuerdo del monte de Palestina. Con más de 10 ha, es un un jardín de estilo francés, con un huerto botánico y un célebre rosal, en el que todos los rosales tienen un nombre, están etiquetados o bien hay una placa con el nombre, en primavera cuando florecen debe ser una pasada. El parque es un punto de reunión importante para los ciudadanos de Rennes, hasta el punto de que todo el mundo los domingos por la tarde se reunen en él. Si volvemos al centro de la ciudad en la calle principal encontramos el ayuntamiento y el teatro de la ópera, situados en la Place de la Mairie, podemos decir que estamos en el corazón de la ciudad.
 El Hôtel de Ville erigido en el 1743 sobre un proyecto de Jacques Gabriel (arquitecto de Luis XV), destaca la Tour de l'Horloge entre dos alas simétricas. Hay una curiosa historia en la hornacina que hay en medio, había una estatua de Jean Boucher de 1911 y que simbolizaba la unión de Bretaña y Francia, el problema es que se veía a la Duquesa Ana de Bretaña arrodillada delante de Carlos VIII rey de Francia, el 7 de agosto de 1932 una bomba del grupo separatista Gwen ha Du (blanco y negro) la hizo volar por los aires, pues lo consideraban como un "monumento a la vergüenza nacional". En frente está el Teatro de la Ópera, en estilo neoclásico todo circular y que parece que vaya a encajar con el ayuntamiento si los juntáramos. Si bajamos hacia el río, nos encontramos con la Place de la Republique, con unos edificios impresionantes, el Palais du Commerce, construido en 1882 actualmente es la sede de Correos y fue ideado para "esconder" la ciudad baja, pues se creía que su visión desvirtuaba la magnificencia de la plaza.


Otros lugares de interés son el Palais du Parlament de Bretagne, en la Place du Parlement, se salvó del incendio del 1720, pero quedó casi completamente destruido en el incendio de febrero de 1994 (una manifestación de pescadores que acabó mal),  del siglo XVII, está restaurado en su totalidad se buscaron a los mejores pintores, ebanistas y escultores franceses de los siglos XVII y XVIII para darle la imagen que tenía. Actualmente alberga el Palacio de Justicia. Se puede visitar mediante una visita guiada que se puede adquirir en la oficina de turismo. En esta plaza durante la Revolución Francesa se planto la Guillotina. Por la zona del Parque Thabor, hay unos cuantos palacetes o Hôtels Particuliers que son bonitos de ver, hay unos cuantos interesantes. Si bajamos por la rue Gambetta podremos ver el Palacio Saint GeorgesEl Palacio de St. Georges fue construido en el sitio de una abadía benedictina fundada alrededor de 1032 por el duque Alain III para dar cabida a las mujeres de familias nobles cuya primera abadesa fue su hermana. Fue saqueado y quemado a finales del siglo XII , y reconstruido por su abadesa Magdalena de Lafayette y Marguerite de Halgouet. Durante la Revolución el edificio se convirtió en un cuartel de verse afectados por el resultado del quinto Batallón de Cazadores, y el regimiento de infantería número 41 de la línea, que recuerda una placa de mármol en la entrada oeste de la rue Gambetta . En 1888 los establos fueron destruidos para construir la escuela de medicina. 
El edificio sufrió un incendio el 05 de agosto 1921.  Actualmente y tras su restauración se utiliza como cuartel de los bomberos además albergará diversas oficinas y servicios administrativos. En el ala oeste hay una sirena que, durante la Segunda Guerra Mundial, alertaba a los ciudadanos de Rennes de los bombardeos. Una curiosidad más es la Piscina Saint-Georges, una piscina de principios del siglo XX toda decorada en estilo Art-Deco, la verdad es que no pudimos verla, al ser domingo estaba cerrada al público.
En Rennes hay buenos lugares para comer las típicas Galettes, y Crêpes acompañadas de un bol de sidra. Junto a la estación del TGV está L'Epi de Blé (muy concurrida por los lugareños), por el centro hay donde elegir, sólo hay que fijarse en las calificaciones de Trip Advisor para acertar en la elección. En la zona más moderna, al sur de la Place de la Republique (punto neurálgico para todos los transportes), concretamente enfrente del Museo de Bretaña, hay un magnífico restaurante biológico que hace unos menus bien de precio, se llama Le Bistrot de nos Terroirs, y como el nombre indica su cocina se basa en productos locales de la región biológicos. Está en 3, Cours des Alliés al lado de los Cines Gaumont. Al lado hay una creperia también bio que se llama Ker Soazig, pero cuidado por que fue nuestra primera opción, pero al ver el trato que el camarero nos dispensó nos fuimos al de al lado, y hay que darles las gracias por ello (si miráis los comentarios en TripAdvisor los ponen finos).























viernes, 26 de septiembre de 2014

Seguimos con Madrid, esta vez iremos del Monasterio de la Encarnación, al de las Descalzas Reales...



Comenzaremos el recorrido en la Plaza de la Encarnación, que está vinculada a la Plaza de Oriente y donde se levanta el Monasterio de la Encarnación, del siglo XVII. El 4 de abril de 1609, el Consejo de Estado, a instancias del duque de Lerma y del propio rey, que por aquel entonces era Felipe III, decretó la expulsión de los moriscos de Valencia, medida que se complementaría al año siguiente con la expulsión de los que residían en la Corona de Castilla y Aragón. En agradecimiento a dicha expulsión, la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, decidió fundar en Madrid un Monasterio de agustinas descalzas que se dedicaría al Misterio de la Encarnación, pero la reina murió antes de ver acabada su obra. Este monasterio compartía con el de las Descalzas Reales el honor de contar con algunas monjas de sangre real, que fueron enriqueciendo con sus dotes el patrimonio artístico de un monasterio al que podría considerarse como una sucursal del vecino Alcázar. De hecho el acceso desde el palacio se efectuaba a través de un pasadizo subterráneo que evitaba la enojosa necesidad de disponer cada vez que una mujer de la familia real se trasladaba a la Encarnación, del aparatoso séquito requerido por la etiqueta de la Corte.

El edificio fue construido entre 1611 y 1616 según un proyecto de Juan Gómez de Mora, quien hizo coincidir la fachada de la iglesia con la del monasterio, situándola al fondo de un profundo atrio.
El templo tuvo que ser rehecho entre 1755 y 1767 por Ventura Rodriguez, que enriqueció el conjunto dotándolo de una valiosa muestra de barroco clasicista. En la actualidad ha sido convertido parcialmente en museo, donde se guardan una colección de reliquias, una de ellas es la "sangre de San Pantaleón" que cada 27 de julio se licua, justo para conmemorar la decapitación del santo. Ésta es la más famosa reliquia, pero no la única, pues hay unas 7.000, entre las cuales tenemos un pie y una pierna de Santa Margarita, un Lígnum Crucis, un pedazo del corazón de San Felipe Neri, etc...
Se puede visitar la antigua clausura donde está instalado el museo, que cuenta con interesantes obras de los siglos XVI, XVII y XVIII.

«Senado fachada Madrid» de Esetena - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Senado_fachada_Madrid.jpg#/media/File:Senado_fachada_Madrid.jpg
Al lado del convento se encuentra la Plaza de la Marina Española con el Palacio del Senado, que resulta ser un discreto edificio de traza clasicista y que fue construido a principios  del siglo XIX en el solar de lo que había sido un convento de frailes Agustinos (s. XVI) para establecer la sede de las Cortes Generales del Reino. El antiguo convento, era más conocido como Colegio Doña María de Aragón, fue fundado en 1590 por doña María de Córdoba y Aragón, dama de la reina doña Ana de Austria e hija de don Álvaro de Córdoba. Desde los primeros años del siglo XIX, y debido a su cercanía al palacio, este antiguo colegio agustino se ha convertido en uno de los edificios con mayor significado político de la ciudad. La primera función parlamentaria del colegio se remonta al 2 de mayo de 1814, cuando la iglesia del colegio se transformó en el Salón de Sesiones de las Cortes unicamerales que regulaba la Constitución de Cádiz, y que hasta entonces estuvieron situadas en el teatro de los Caños del Peral. Pero poco duró este primer uso parlamentario, puesto que sólo dos días después, el 4 de mayo, Fernando VII abolió el régimen constitucional, con lo que el edificio fue devuelto a los frailes agustinos. Cuando el Trienio Liberal se repitió el mismo proceso, así cuando en 1820 se restaura la constitución, el colegio se dedicó de nuevo a Salón de Cortes hasta que con la reacción absolutista de 1823, es de nuevo devuelto a los Agustinos. No será hasta la muerte de Fernando VII que se produce la instauración definitiva del nuevo sistema político constitucional y el edificio pasa definitivamente a la propiedad del Estado. Cuenta con una valiosa colección de pintura académica y con hermosas salas que representan muy bien la decoración decimonónica, actualmente sigue siendo el Senado.

"Palacio del Marqués de Grimaldi (Madrid) 01" by Luis García. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Palacio_del_Marqu%C3%A9s_de_Grimaldi_(Madrid)_01.jpg#/media/File:Palacio_del_Marqu%C3%A9s_de_Grimaldi_(Madrid)_01.jpg
También en esta plaza está el Palacio del Marqués de Grimaldi.  En 1776 Carlos III encargó a Francisco Sabatini la construcción de este palacio para alojar a los primeros Secretarios del Despacho y sus correspondientes dependencias administrativas. Hasta la invasión francesa de 1808 el palacio realizó las funciones para lo que fue concebido, teniendo por moradores a principales ministros de la monarquía como el Marqués de Grimaldi, el Conde de Floridablanca y Manuel de Godoy, Príncipe de la Paz, razón por la que este palacio era y es conocido por el nombre de algunos de estos ministros. Durante la estancia de Godoy se decoró el interior del palacio con mármoles, pinturas al fresco, puertas de bella factura y esculturas. Godoy habitó el palacio hasta 1807, fecha en que trasladó su residencia al palacio de Buenavista, poco antes de su caída en desgracia a raíz del motín de Aranjuez el 19 de marzo de 1808. Manuel Godoy, fue valido del rey Carlos IV, alteza serenísima, duque de Sueca y almirante del Reino, además de confeso amante de la reina María Luisa de Nápoles (esto último tendríamos que añadirle un "presunto", pues la pobre reina no dejaba de estar encinta mucho tiempo, pues llegó a tener 24 embarazos, matemáticamente poco tiempo le quedaba para tener amantes a la pobre...) atesoró a lo largo de su muy fructífera vida política un patrimonio artístico tan copioso, cosa que tiene mérito pues apenas unos años antes se dedicaba a viajar por las notarías de media Europa. Godoy amplió el palacio y lo decoró lujosamente bajo la dirección del francés Jean Demosthene Dugourc, autor de la magnífica escalera imperial  que todavía se conserva, cuya importancia contrasta con la poca que se concedía a esta pieza en los edificios nobles de Madrid en el siglo XVIII.

Durante aquella época albergó entre sus paredes una importante colección de obras de arte, entre las que se contaban los cuadros de La Maja desnuda La Maja vestida de Francisco de Goya y La Venus del Espejo de Velázquez; también era el centro de las grandes fiestas que se celebraban en la agitada corte de Carlos IV.
Hablemos ahora de uno de sus más ilustres moradores, el señor Manuel Godoy. Nacido en el seno de una familia noble empobrecida, a los diecisiete años acompañó a su hermano a Madrid, y ambos ingresaron en la guardia de corps. 

Manuel Godoy
Es el verano de 1788, ya lleva cuatro años en la corte, y ese día escoltaba a los Príncipes de Asturias en su camino de la Granja a Segovia, en un momento dado el caballo de uno de los guardias se encabrita y lo tira al suelo, se trata de Godoy, que se levanta rápidamente y lo vuelve a montar como si nada... La princesa de Asturias (Maria Luisa) queda impresionada y lo invita a formar parte de todos aquellos que tienen el privilegio de visitar sus aposentos. Godoy es un tipo listo, simpático, atractivo e inteligente que se va ganando la simpatía de los príncipes. Cuando suben al poder a como reyes (Carlos IV), se encuentran con dos facciones que luchan por el poder, unos serían los partidarios de Aranda (pertenecientes a la nobleza) y los conocidos como "Golillas", partidarios de Floridablanca y que mayormente venían de la universidad. Ante tal      dilema, el rey decide colocar en el cargo de primer ministro a su amigo, Godoy. Así que con tan sólo veinticinco años recibe el Toisón de Oro y pasa a ser el primer ministro del Estado.
 Una vez en el poder, su primera intervención consiste en intentar salvar al rey Luis XVI de la guillotina. Pero no lo consigue y finalmente, la ejecución del monarca francés lleva a España a declarar la guerra a Francia. Dos años después, el curso desfavorable del conflicto obligó a Godoy a negociar y a firmar el tratado de Basilea, lo que le valió el apelativo de «príncipe de la Paz». Durante todo este tiempo va acumulando títulos nobiliarios, marqués, duque de la Alcudia, Grande de España...es dueño y señor de la Albufera de Valencia, de dos palacios en la capital, una casa en Aranjuez y otra en El Escorial. Mantiene una relación no muy bien vista por la sociedad del momento con Pepita Tudó, como los reyes tampoco ven bien esta relación deciden buscarle esposa, y la encuentran en una familiar lejana María Teresa de Borbón  y Vallabriga.

Condesa de Chinchón
A esta pobre mujer, Godoy se le aparecía como el libertador que la sacaba, a ella y a toda su familia, del destierro y la colocaba en la más alta posición. Además el príncipe de la Paz era el héroe del momento, criticado como todos en su patria, pero adulado y rodeado de ambiciosos que veían en él la culminación de sus aspiraciones. Estaba en su plenitud varonil, con treinta años, era alto, fuerte, rubio y de tez clara y sonrosada, ojos azules, el sueño de las damas y presa codiciada del momento. Pero la realidad era otra, Godoy, ambicioso como nadie, quería emparentar con la Casa Real, pese a vivir maritalmente (y, según algunos, casado en secreto) con la hija de un oficial de artillería, llamada Pepita Tudó. La reina, no considerando digno darle a una hija suya, pensó en una jovencita de 18 años, hija de un infante de España y aún ingresada en un convento: María Teresa (Condesa de Chinchón). El matrimonio se llevó bien en un principio, y tuvieron una hija Carlota, pero no duró mucho, mantuvieron las apariencias, y a la amante, con la que Godoy estuvo 30 años, con la que también tuvo hijos. En la imagen de la izquierda podemos ver el cuadro que pintó de ella el gran Goya, todo hay que decir que el pintor lo hizo con benevolencia en lo referido a su belleza. Pero este no es el único cuadro que tenía Godoy del pintor, que se convirtió en amigo suyo e incluso aprendió la lengua de signos para poder comunicarse con él. También pintó a su amante, Pepita Tudó, se cree que las dos "Majas" tanto la vestida como la desnuda podrían ser ella (aunque otros opinan que podría ser la duquesa de Alba), la realidad es que Godoy tenía más de 1,000 cuadros, una pinacoteca envidiable por muchos, si queréis saber un poco más colección de Godoy en el Museo del Prado.
Se ha escrito mucho sobre Godoy, si queréis saber más en este enlace "Manuel Godoy, retrato ilustrado del Favorito".

Otro inquilino famoso del palacio fue el General Murat, Gran Duque de Berg y cuñado de Napoleón, durante las jornadas previas al levantamiento popular del Dos de Mayo de 1808, en calidad de máxima autoridad militar de las tropas francesas acantonadas en Madrid.
Desde este palacio, el general Murat, jefe de los franceses que ocupaban Madrid en mayo de 1808, dirigió la labor de sofocar la revuelta.Tras la Guerra de Independencia, el palacio se empleó como sede del Consejo del Almirantazgo primero, después acogió la Biblioteca Real y diversos ministerios, sirvió como Museo Naval y, ya en el siglo XX, fue Museo del Pueblo Español.
En 1962, se declaró Monumento Histórico-Artístico y hoy en día el precioso edificio es la sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, dependiente del Ministerio de Presidencia del Gobierno de España. 

A la derecha en la Calle Torija, número 12, se levantó en 1735 un edificio del arquitecto Ventura Rodríguez destinado a ser la sede del Consejo de la Suprema Inquisición, en un periodo en que la Inquisición ya no era como antes, en una etapa de inactividad cada vez mayor de esta institución, pero que no fue sin embargo abolida hasta bien avanzado el siglo XIX, por si era de menester. Es un caserón de ladrillo rojo y piedra de cantería de tres pisos de altura en el que se podía leer encima de su portada el terrible lema inquisitorial Exurge Domine et judica causam tuam –Levántate Dios y juzga tu causa-.

                                
El Consejo de la Suprema era el máximo órgano de la Inquisición y estaba presidido por el Inquisidor General. Sus funciones eran revisar las vistas y causas, ordenar inspecciones, dar instrucciones a los tribunales y actuar como uno de ellos para juzgar a los miembros del Santo Oficio.  La Inquisición imprimió carácter a todo el barrio. Muy cerca, en la vieja calle de la Inquisición (hoy calle de Isabel la Católica), estaba el Tribunal de Corte y las cárceles de la Inquisición. En sus proximidades convivían palacios nobiliarios con casas sencillas donde vivían muchos vecinos vinculados de una manera u otra con estos dos centros inquisitoriales, Consejo de la Suprema y Tribunal de Corte. La Inquisición fue suprimida en 1808 por José Bonaparte, y en 1813 por las cortes de Cádiz. En 1814 fue restablecida por el nefasto Fernando VII, pero el arruinado y desacreditado tribunal sólo prolongó una existencia fantasmal hasta su definitiva desaparición, decretada por el régimen liberal en 1820. Tras la abolición de la institución, el edificio pasó a ser sede del Ministerio de Fomento, luego fue transformado en hotel y después, en imprenta, hasta que en 1897 se convirtió en el convento de las Reparadoras, que han permanecido en él hasta ahora. Hace unos años el Senado necesitaba ampliarse y compraron el edificio, para poder hacerlo, tras largas negociaciones con las hermanas Reparadoras.


Desde aquí iremos a la Plaza de Santo Domingo y por la calle Veneras, en la que vivió Rubén Darío, se desemboca en la Plaza de las Descalzas, donde se encuentra el Monasterio de las Descalzas Reales, (en realidad sería de Nuestra Señora de la Consolación) del siglo XVI.  En el solar que ocupa actualmente el Real Monasterio de las Descalzas existió antaño una residencia de los reyes de Castilla. En el siglo XVI el edificio lo adquirió don Alonso Gutiérrez, tesorero de Carlos l, el emperador y su esposa, Isabel de Portugal, residían con frecuencia en él, hasta el punto que la reina dio allí luz a doña Juana de Austria que, con el tiempo, sería reina de Portugal. En agosto de 1559 Juana de Austria, hermana del que más tarde sería, Felipe II, fundó el convento, en cuya iglesia se conserva su capilla funeraria, y las monjas se hicieron cargo del palacio. En el monasterio se recluyó la emperatriz María, hija de Carlos I y viuda de Maximiliano II de Alemania, con su hija Margarita, para huir de las intrigas palaciegas. Las riquezas artísticas que alberga el monasterio, donadas como ajuar por las nobilísimas damas que entraban en él, pues era convento y residencia para las mujeres de la Casa Real, lo han convertido en uno de los principales museos de la ciudad. Sólo hay que ver las largas colas que se forman para poder visitarlo.
De la restauración y reforma del edificio se encargaron Juan Bautista de Toledo y Antonio Sillero, y las obras se acabaron en 1564. El edificio es una muestra de la transición del gótico tardío y un inicial renacimiento. La fachada es típica de la arquitectura madrileña del siglo XVI, ejecutada con mampostería de granito y pedernal con hileras de ladrillo rojo. La iglesia es plenamente renacentista, y fue obra de Juan Bautista de Toledo, que había estudiado en Roma y trabajado a las órdenes de Miguel Ángel en la Basílica de San Pedro.  En el siglo XVII, Claudio Coello realizó varias pinturas en los techos, y en la escalinata hay un insólito retrato de Felipe IV con su mujer y sus hijos. Otros retratos de los Austrias aparecen en el salón de los Reyes y en el Candilón. Completan la pinacoteca cuadros de Murillo, Zurbarán, Ribera, Van der Weyder, el lienzo de Tiziano "la Moneda del Tributo" y "la Adoración de los Reyes Magos" de Brueghel el Viejo. Una curiosidad es que la Abadesa del convento siempre ha sido considerada como una Grande de España, además en el convento solo pueden vivir 33 monjas, porque este era la edad de Cristo cuando murió.
También es importante la sala de Tapices, en la que se guarda una colección completa tejida en Bruselas para Isabel Clara Eugenia, la hija de Felipe II, a éste conjunto se le conoce como la "Apoteosis de la Eucaristía" y esta basado en 18 cuadros de Rubens. Algunas capillas están decoradas con cerámica de Talavera. En este lugar está enterrada Juana de Austria, y en la parte izquierda del Altar Mayor está la tumba de don Alfonso de Borbón y Dampierreque murió trágicamente en un "accidente" de esquí, era nieto de Alfonso XIII y primo del Rey Don Juan Carlos I.



Un lugar curioso si sois amantes de los animales y en concreto os apasionan los gatos, cerca de la Plaza de la Marina Española, está "La Gatoteca" una cafetería en la que podréis tomar un café acompañados de lindos mininos.



sábado, 6 de septiembre de 2014

La Cava Baja, y sus posadas...Lucio y el Capitán Alatriste



En el último post sobre Madrid, nos quedamos en la Plaza de San Andrés, con la visita a la iglesia que lleva el mismo nombre. En el de hoy, empezaremos la visita de la villa desde la Plaza del Humilladero, y entraremos en la Cava Baja, una calle donde abundan antiguos comercios y restaurantes con todo el sabor del viejo Madrid y es una de las calles más antiguas de la villa. Y que era una "cava", pues las "cavas" eran minas que los árabes utilizaban para entrar y salir en tiempos de guerra sin ser vistos por el enemigo. Más tarde esas cavas fueron refugio de bandas de ladrones y hubieron de ser cegadas por las autoridades del momento con el fin de cortar la delincuencia que padecía la ciudad. Ahora imaginémonos que estamos unos cuantos siglos atrás en el tiempo, estamos en un mundo de arrieros de diligencias que transportaban el correo a los pueblos de la provincia, de carros, de caballerías que entran y salen por los enormes portalones, del "espabilado del timo" que espera que surja el "lila" que va a caer víctima de su propia ingenuidad y avaricia pueblerina...

Tanto la Cava Baja como la Cava Alta, se puede decir que corresponden a los fosos que rodearon las murallas cristianas. La Cava Baja siempre ha sido un lugar lleno de animación que aumenta con la vida nocturna de sus bares y restaurantes a lo largo de los siglos. Su origen ya hemos dicho que correspondían a los antiguos fosos que estaban en el exterior de las murallas para evitar asaltos sorpresa, por ellas se permitía la entrada y salida de las murallas aunque estuvieran echadas las puertas, tal es así que la leyenda cuenta que por ellas gran parte de los árabes que quedaban en la villa se fugaron justo cuando Alfonso VI reconquistó Madrid.
La más importante de las dos es la Cava Baja que va paralela a la Cava Alta (ésta se extiende desde la calle Toledo hasta la Plaza del Humilladero, mientras que la baja lo hace desde Puerta Cerrada, hasta la misma plaza). En esta calle se establecieron la mayoría de las fondas, tabernas, posadas y hospederías que recibían y albergaban a los vendedores que solían llegar desde Toledo, Segovia o Guadalajara, a vender sus mercancías en los mercados de la Cebada o de San Miguel, y según de donde procedían recibían aposento en una determinada posada o en otra. Estas posadas solían ser edificios independientes, y a lo largo de los años fueron mejorando notablemente, desde sus orígenes en el siglo XVII, donde solo se daba alojamiento al viajero y a sus caballos, hasta que avanzado el siglo XIX ya ofrecían la posibilidad de comer a la carta, y alojarse en mejores condiciones. Además eran centros comerciales para la venta de los productos traídos de otras regiones. La profusión de las posadas u hospederías motivó, a su vez que creciese el número de talleres artesanos que surtían a los trajinantes; toneleros, latoneros, cordeleros, boteros, etc... Todos los vecinos de la zona vivían a la sombra de estos negocios, y los establecimientos de los alrededores servían para el almacenamiento de los géneros.

Antiguo escudo de la Villa, con el dragón
Así que podemos decir que la Cava Baja es la calle de las posadas históricas de Madrid. Entre el siglo XV y XIX fueron numerosas las posadas que se localizaban en esta calle: la posada de la Villa (en el nº9, es del 1642, ahora es un restaurante), la de Las ánimas (que no tiene nada que ver con la discoteca tan de moda que lleva el mismo nombre), la de Vulcano, la del Pavo Real, la de San José, la del Navío del Gallo, la de San Pedro (también conocida como el Mesón del Segoviano), la de San Isidro (en el nº6, ahora son apartamentos), la de la Soledad, la del Madroño, la del León de Oro (en el nº 12) , la del Portugués, algunas ya desaparecidas. Era tal el trajín de viajeros que las compañías de postas y diligencias decidieron establecer las paradas de sus carruajes en la Cava Baja. Ya en el siglo XX  fueron despachos de billetes y paradas de autobuses, como el que con destino a San Martín de Valdeiglesias se ubicó junto a la Posada del Dragón
En una de ellas, se alojaron al parecer los asesinos del embajador republicano inglés Antonio Ascham, una partida de cinco ingleses católicos y jacobitas, que se confabularon en Madrid para vengar, en la persona del embajador, la muerte del rey Carlos I de Inglaterra; y que según el viajero monárquico Edward Hyde llevaron a cabo en un hotel de la calle del Caballero de Gracia, donde se encontraban los pocos establecimientos de este tipo que hacia 1650 había en la capital de España.

La posada de la Villa: 
Allá por el siglo XVII se encontraba en el lugar que ocupa hoy el restaurante el único molino de la Villa de Madrid. Este edificio se incendió, y entonces se construyó uno nuevo que albergaría la Posada de la Villa era el año 1642, (en el número 9), le dieron este nombre porque el edificio pertenecía al ayuntamiento. Pero lo que vemos actualmente es una remodelación y recuperación que se hizo en los 80, ya que estaba a punto de caerse, gracias al dueño del restaurante se consiguió salvar y sigue dando comidas a los visitantes. Como curiosidad hay que comentar que a los mesones que pertenecían al ayuntamiento se les ponía sobre la puerta los escudos de armas del municipio, y un león dorado, como emblema de la casa real de Castilla, es por ello que a la segunda posada la bautizaron como el León de Oro.

Posada del León de Oro  c/ Cava Baja, 12. Es la última superviviente como alojamiento, ya que se mantuvo abierta hasta 2011. Sus muros tienen una larga historia.  El León de Oro pertenece a la familia Sanz Montero desde 1893 y forma parte del catálogo de establecimientos centenarios de la Cámara de Comercio. Los queseros castellanos eran clientes habituales, así como los vendedores de miel y los charcuteros, que pasaban allí largas temporadas porque entonces también se utilizaba como almacén. 
Contaba además con otros viajeros y huéspedes fijos que para alojarse tenían que cumplir con una serie de normas, como no llegar borracho ni  más tarde de las 11 de la noche, y  si un hombre y una mujer llegaban para alojarse juntos se les solicitaba el libro de familia. Hasta su reciente remodelación y apertura como hotel las habitaciones no contaban con ducha puesto que existen cerca unos baños públicos.
  
Os dejo el teléfono 911 19 14 94 y el  Mapa de situación por si queréis reservar una habitación en ella.

La Posada del Dragón, en la Cava Baja, 14 y 16. Lo que hoy conocemoscomo Posada del Dragón, fue a comienzos del siglo XVI, una Alhóndiga ( es decir el granero municipal, lugar de almacenamiento del Pan y donde también se regulaba su distribución y venta). Fue propiedad de la Villa de Madrid y se remonta a la época de los Reyes Católicos. Construida como casa de huéspedes en 1868 por el arquitecto Francisco de Cubas, Marqués de Cubas, atendiendo a los postulados arquitectónicos que había en la época para este tipo de establecimientos, de ahí que en la memoria del proyecto se hiciera alusión expresa a que todas las plantas estuvieran divididas en habitaciones, guardando las medidas necesarias de higiene y dotando la planta baja de cuadra y cochera con capacidad para tres coches. 
La Posada del Dragón forma parte de un edificio histórico protegido. Es una corrala del siglo XIX, en cuyo interior se encuentran restos de la muralla árabe y cristiana, una bañera de mármol, un pilón-abrevadero, una escalera de madera.La Posada del Dragón debe su nombre al mítico dragón que estaba situado en piedra sobre la la llamada Puerta Cerrada de la muralla, llamada también de la Culebra, pues en aquellos tiempos se discutía si era dragón o culebra.

antoñita bañera

Una curiosidad es que en aquellos años la ciudad tenía dos escudos que utilizaba indistintamente en el pasado: estaba el escudo del Oso y el Madroño, que aún se conserva y que todos conocemos y el del Dragón que ya no se utiliza, pero que antiguamente podía encontrarse en distintos puntos de la ciudad y concretamente en la Plaza de Puerta Cerrada, donde va a parar la Cava Baja, que es la calle en la que se sitúa esta Posada. Todavía se puede ver cómo era este antiguo escudo en el hasta hace poco Ayuntamiento de la Plaza de la Villa de Madrid. La actual Posada del Dragón es la antigua posada rehabilitadaAsí, nada más entrar nos adentramos para poder disfrutar el patio de la corrala descubierta, que ahora se utiliza como terraza. En cuanto levantamos la vista, nos llama la atención esta estructura arquitectónica tan típica de Madrid a partir del siglo XVI y sobre todo en el siglo XIX, en la que solían vivir emigrantes llegados de distintos puntos del país. También podemos ver el antiguo abrevadero de granito en el patio y una bañera de mármol en los aseos de las zonas comunes (se comparten con el restaurante La Antoñita), las 27 habitaciones de la Posada del Dragón se dividen en tres pisos: En la planta 1ª se rinde homenaje a los árabes y castellanos de la España de los siglos IX y XII, en la planta 2ª es protagonista el estilo palaciego de la época en la que Madrid acoge a la corte y se convierte en capital en el siglo XVI y finalmente en la planta 3ª, está inspirada en el Madrid contemporáneo y concretamente el de la vanguardia de los años 50, que se deja notar en elementos como el teléfono o las lámparas retro Uno de los atractivos de la Posada del Dragón es que cuenta en el portal de al lado con el Restaurante La Antoñita abierto a todos y ubicado en una antigua tienda de jabones, por suerte han dejado los letreros históricos de su fachada y su bañera de mármol, donde se elaboraba el jabón, que se ha instalado en los lavabos, junto a una reproducción del primer plano de Madrid, el de Mancelli, adornando sus paredes y como no el hecho de poder ver a través del suelo de cristal la antigua muralla cristiana de los siglos XI y XII.
c/ Cava Baja, 14 Teléfono 91 119 14 24. Mapa de situación  


“LPosada de San Pedro, en la Cava Baja número 30. Esta casa de corredor a la que se accede por un curioso zaguán fue desde 1740 la Posada de San Pedro, como todavía atestiguan los balcones de madera que rodean su patio central, el que además hacía sus veces de caballerizas e incluso de lugar de mercadería. En 1921 el escritor Ramón Gómez de la Serna le cambió el nombre por el de Mesón del Segoviano, porque su propietario era natural de este lugar. A sus cenas y celebraciones acudían intelectuales y escritores como Azorín, Pérez de Ayala y Gómez de la Serna, además de los inquilinos y viajeros que se hospedaban en sus habitaciones, pues todavía se seguía manteniendo el viejo negocio de la posada con capacidad para 42 inquilinos. Aún en el siglo XX llegaba cada viernes hasta dicho mesón, el "Ordinario de Illescas", un carromato tirado por mulas, propiedad de una larga dinastía de carreteros apegados a su oficio desde 1680.En el zaguán del casi mítico mesón se le dio al escritor Francisco Grandmontagne un sonado homenaje en 1921,en el que participaron amigos suyos como Antonio Machado y Azorín, entre otros cien personajes de la literatura española y la vida madrileña.En el mencionado zaguán, a mediados del siglo XX todavía podían verse expuestos y emparejados un carro de mulas y un viejo y flamante automóvil fabricado en Detroit. En 1965 era un punto obligado del recorrido turístico.El mesón tenía un estilo manchego rural y su especialidad eran las sopas de ajo (Sopa mesón del segoviano),además del queso manchego, los champiñones al ajillo y las gambas.


Ahora viene una curiosa historia, Lucio Blázquez entró a trabajar en este mesón cuando tan sólo contaba 12 años, entró como botones, aunque hacía de todo, limpiaba suelos, cristales, los baños... declaraciones de Lucio unos cuantos años más tarde:  "A los 15 años ya era jefe. La dueña, Doña Petra, me quería muchísimo; lo mismo que mis compañeros. Con 25 años, algunos de los clientes habituales, entre los que se encontraban el escritor Camilo José Cela, el pintor Eduardo Vicente y el arquitecto Eduardo Anasgasti, me animaron a montar mi propio negocio. “Tu no tienes que ser empleado; tienes que ser el dueño”, me decían. Lo mismo que cuando me echaron del pueblo, que me decían que tenía que ir a Madrid porque el pueblo se me quedaba pequeño. Y así empecé. Busqué un local, en la misma calle, y a los 10 días de abrirlo ya era una taberna “de moda”. Se puede decir que desde entonces, 54 años, estoy “sin mesa. Todo reservado”. Tengo el récord del mundo en reservas de mesa. Petra, la dueña del Mesón el Segoviano, cuando se jubiló me dijo: “Lucito –así me llamaba-, voy a dejarlo ya, tengo 84 años, y este negocio no se lo puedo dejar a nadie más que a ti”. Y yo pensaba, encima que la he hecho la competencia estableciéndome a 100 metros de su local. Pues eso, sólo me lo quería traspasar a mí. Algo habría visto en mí para dejarme su negocio.  Es en 1974 cuando lo compra y pasa a llamarse Casa Lucio. Su estilo inicial era la cocina castellana y poco a poco fue adquiriendo platos de la cocina madrileña. Fue un local de moda entre políticos y hombres de negocios y a pesar de los cambios conserva cierto aire tradicional. Algunos historiadores y conocedores de Madrid consideran que El original Mesón del Segoviano se encontraba en la acera de enfrente de Casa Lucio, ya que se comunicaba a través de un pasadizo con la Calle del Almendro, y que actualmente es el restaurante Viejo Madrid (que también es propiedad de Lucio)...la verdad, he buscado información para contrastar y no me queda muy claro, pues hay que tener en cuenta que la numeración de las casas ha ido variando a lo largo de los años, unas veces era el número 30, otras el 35 o el 32... ves a saber!

Pero si lo que queréis es entrar en una taberna del siglo XVII, lo mejor que se puede hacer es ir a la Taberna del Capitán Alatriste (propiedad del dueño de la Posada de la Villa) situada en la calle Grafal,7 en pleno corazón del Madrid de los Austrias, entre las dos Cavas. Se trata de una casona de más de 500 metros cuadrados repartidos en dos plantas con una capacidad para 150 personas.
El edificio es del siglo XVII pero las cuevas del interior datan del XVI, con restos de la antigua muralla. La decoración está inspirada en el Siglo de Oro y luce objetos encontrados en los lugares más recónditos (espadas, picas, lanzas... incluso hay una reproducción del cuadro "la rendición de Breda" conocido popularmente como "el de las lanzas", abunda la madera maciza de nogal perteneciente a un castillo segoviano, todo el conjunto tiene un aire de un típico mesón vamos como si estuvieras en la Taberna del Turco, a la que suele acudir en el libro, pero con manteles y posiblemente más limpia que la de aquellos tiempos... La oferta gastronómica es contundente, típica del siglo XVII.
Pero si queréis conocer más del Madrid de Alatriste visitar el siguiente blog está realmente bien, además os recomiendo leer las novelas de Arturo Pérez Revert, o en su caso ver la película que tiene como protagonista a Viggo Mortenssen, o esperar a que Telecinco decida emitir la miniserie de 13 episodios "Alatriste" que ha rodado en unos estudios de Budapest, donde han tenido que recrear el Madrid del siglo de Oro, es una lástima que no lo hicieran en los escenarios reales, supongo que debía ser un lío tener paralizada parte de la ciudad, y seguramente que hacerlo "en vivo" sería un gran esfuerzo tanto ecónomico como logístico, una pena! Pero bueno, aquí os dejo unas fotos de los dos actores que de momento han protagonizado al gran capitán, Viggo en la película y Aitor Ocio en la serie, ahora a escoger entre un rubio o un moreno..