Paris, Roma, Londres, Lisboa, Venecia, Génova, Italia, Bruselas

jueves, 27 de agosto de 2015

Lisboa 1940, un nido de espías que decidirán la II Guerra Mundial.

Lisboa, 8 de julio de 1940, justo dos semanas después de que las tropas de Hitler hicieran su entrada en París, llega a la ciudad un diplomático español. Se le recoge con mucha urgencia en el mismo aeropuerto, esperando a que salga de la terminal, se encuentra el chófer del mismísimo duque de Windsor. El duque, se encuentra alojado desde hace algunos días en Cascais. Está en la casa del banquero más poderoso de Portugal. Nuestro diplomático se llama Francisco Javier Bermejillo, aunque le apodan “el Tigre” por su eficacia. Va en misión secreta, a una ciudad fantasmal llena de espías británicos y alemanes, que comparten espacio con miles de refugiados que, exhaustos, esperan durante semanas en los cafés el visado que les sacará por el único lugar posible, y que aún queda abierto, de las tragedias de la guerra que está asolando Europa.


Portugal es neutral, o eso dicen; el que ostenta el poder en el país es un dictador, António de Oliveira Salazar, un hombre siniestro que lleva en el poder desde 1932 y se ha empeñado en que su país sea neutral, más que nada por que ve que puede ser una manera bastante lucrativa de salir de la pobreza en la que vive el país.
Salazar es un hombre inteligente, astuto, pragmático, y cruel que no duda jugar durante toda la guerra con dos barajas, mostrando a cada bando ya fueran los aliados o a los nazis, aquellas cartas que más le convenían en cada caso. La ciudad, olvidada desde hace tiempo por media Europa, se vuelve en una encrucijada importante y necesaria para esos peligrosos tiempos que se están viviendo. Es por ello que en Lisboa nos encontramos con personajes extraños, agentes dobles, y porque no triples, judíos que huyen de la guerra, refugiados desesperados por dejar atrás los horrores del nazismo, millonarios que aprovechan para comprar a los que huyen obras de arte a precios de ganga, e incluso miembros de la casa real británica.


Por National Media Museum from UK [No restrictions], undefined
En esta Lisboa aterriza Bermejillo, (para nosotros Tigre, que queda más interesante!) para trabajar en la denominada Operación Willy, un plan del Ministerio de Asuntos Exteriores Alemán y, que consistía en atraer a la causa nazi a Eduardo VIII, el rey de Inglaterra durante apenas 325 días, pues ya sabéis que acabó abdicando en diciembre de 1936 para así poder casarse con la divorciada Wallis Simpson.
El duque de Windsor, proveniente del sur de Francia, donde pasaba largas temporadas, y tras pasar por Madrid (donde conoció al señor Bemejillo), tenía previsto, quedarse un par de noches en Portugal para después llegar a Londres en hidroavión.
El mismo Winston Churchill, conociendo las veleidades pro-alemanas del hermano del rey de Inglaterra, y convencido de que los servicios secretos nazis tramaban algo, trató de apresurar la salida del duque. Pero éste, decidió quedarse más tiempo en la lujosa residencia que tenía en Cascais don Ricardo Espírito Santo, dueño del banco más importante de Portugal.

viernes, 21 de agosto de 2015

Los Templarios en Catalunya (I): Lleida

"Imageportail". Licensed under Public Domain via Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Imageportail.gif#/media/File:Imageportail.gif
Para empezar bien con la historia que hoy nos ocupa, lo primero que tenemos que saber era quienes eran los templarios, cuando se creó la orden y el porqué, y como no, como acabaron.

Hacia el año 1000 los viajes por motivos religiosos eran el pan nuestro de cada día en Occidente. Para garantizar la seguridad de dichos peregrinos hacia Tierra Santa y evitar la desaparición del patrimonio cristiano, el papa Urbano II anunció una guerra santa contra el infiel, justo diez años después de que los turcos se hubieran apoderado de Jerusalén. En una época de de hambre, epidemias, crecimiento demográfico y mezclado con un creciente malestar general, aquella declaración papal desvió la atención sobre los muchos problemas que tenían en occidente. La primera expedición a Tierra Santa estuvo compuesta por grupos de peregrinos sin apenas organización militar, al grito de: "Dios lo quiere", los cruzados tomaron Jerusalén a sangre y fuego el 15 de julio de 1099, pero tuvieron que esperar un año entero para ver que Palestina se había convertido en un reino bajo Balduino I.  Después de su muerte, en 1118, Balduino II asumió el poder de Tierra Santa. Es en ese momento cuando se produce la intervención de nueve caballeros que influirían sobremanera en el orden de su tiempo. El cabeza de aquel grupo, y que estaba vinculado a los monjes agustinos del Santo Sepulcro de Jerusalén, se llamaba Hugo de Payens, un cruzado franco que desde 1114 residía en territorio palestino, tenía la idea de sentar las bases de una poderosa milicia que protegiera a los peregrinos. En un principio, el señor de Payens y sus hombres subsistieron a duras penas, hasta que Balduino II se interesó por su condición de cuerpo militar al servicio de los cristianos, así que les dio cobijo en su palacio, junto al antiguo Templo de Salomón.
Dichos hombres se hacían llamar "los nueve pobres caballeros de Cristo" y acabaron siendo apoyados por las autoridades civiles y eclesiásticas de Jerusalén de modo que no tardaron mucho en ser conocidos "Los caballeros de la milicia del templo de Salomón".

domingo, 16 de agosto de 2015

La catedral de Lisboa, su puerta santa y los pentagramas iniciáticos...

   
By Concierge.2C (Wikimedia Commons) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons
A la catedral de Lisboa se la conoce como la Sé, y Sé, proviene de las siglas S.E., o sea Sedes Episcopalis. Pero en realidad se llama Santa María la Mayor. Construida poco después de que Alfonso I conquistase Lisboa a los musulmanes en el año 1147. Alfonso mandó construir una catedral en el lugar de la antigua mezquita musulmana, que a su vez estaba construida sobre restos visigodos y romanos. El encargo de la obra lo realizó Fray Roberto de Lisboa, Maestre de los Monjes Constructores del siglo XII. Así que su construcción se inició en románico pero fue acabada en gótico. Destaca en su fachada occidental las dos torres almenadas que le dan un aspecto de fortaleza, y tiene su motivo pues en la Edad Media algunas iglesias se utilizaban tanto para el culto, como para servir de refugio fortificado, gracias al rosetón central que hay entre las torres, nos indica claramente que es un edificio religioso, ya que por su aspecto podríamos confundirlo con una fortificación.
En el pórtico central de la entrada principal hay unos sorprendentes capiteles románicos, en uno de ellos podemos ver la lucha entre dos caballeros, uno va montado sobre un león y el otro sobre un toro. El primero correspondería a un caballero cristiano, barbudo, que montado sobre el león está vinculado a la Luz, al Sol y por ende a Cristo, mientras que el que no lleva la barba y está sobre el toro, representa a un musulmán,  ya que las astas del toro representarían a la media luna, uno de sus símbolos.     

miércoles, 12 de agosto de 2015

1 de Noviembre de 1755, las desgracias asolan Lisboa.



kz86.jpgDicen las crónicas que el 1 de noviembre de 1755, el cielo de Lisboa amaneció soleado, sin nubes y sereno; mientras, a centenares de kilómetros, en las entrañas de la tierra, bajo el Atlántico y en algún punto donde se unen las placas tectónicas Eurasiática y Africana, se fraguaba el drama. Eran las 9:40 de la mañana del día de Todos los Santos, la ciudad ya había empezado a disfrutar de un nuevo día cuando un tremendo terremoto la sacudió inesperadamente. El terremoto sacudió a Lisboa y se sintió en prácticamente en toda Europa occidental. Los temblores se extendieron de Marruecos a Finlandia, pero la ciudad de Lisboa es la que sufrió en mayor medida sus daños. Quedaron destruidos un centenar de palacios, iglesias y conventos, a los que se añadieron incendios que duraron unos 6 días y las réplicas se sucedieron durante nueve meses. Según se sabe en la actualidad el seísmo debió alcanzar entre los 8,5 y los 9,5 grados en la escala de Richter, y generó hasta 16 olas gigantes que fueron avanzando por el Atlántico a unos 200 metros por segundo. El seísmo produjo entre 60.000 y 100.000 muertos. La duración del terremoto fue entre 3 minutos y medio y los seis minutos.

jueves, 6 de agosto de 2015

Año 64, el incendio de Roma, ¿quien fue el culpable? Nerón, los cristianos o un comerciante sirio...

En el anterior post mencionamos que el Coliseo se había construido sobre el antiguo lago artificial de la Domus Áurea, el palacio de Nerón, que era el emperador del momento en Roma.
Hoy me gustaría hablaros del gran incendio que asoló Roma  mientras estaba Nerón en el poder y al que muchos culparon del mismo.
El 19 de julio del año 64, el emperador llevaba ya una semana en Antium, junto al mar, trataba de refugiarse de la canícula y del calor sofocante de Roma. Apenas había amanecido cuando llegó a la villa un correo a galope tendido, traía nuevas de la capital, Roma era presa de las llamas, y el propio palacio de los césares también ha empezado a arder!. Inmediatamente se ensillaron los caballos y los cincuenta kilómetros de distancia se cubrieron en 4 horas más o menos. Antes del mediodía el mismísimo Nerón se encontraba en el lugar del desastre.
Y lo que vio ante sus ojos era espantoso, no hay nadie mejor para describirlo que Tácito.

El incendio comenzó en la parte del circo contigua al monte Palatino y al monte Celio. En este lugar, los almacenes estaban abarrotados de todas las materias aptas para alimentar las llamas. El fuego, violento desde su inicio, al ser impulsado por el viento envolvió en un momento toda la longitud del circo, donde no había ninguno de aquellos palacios protegidos por sus cercas, como tampoco ninguno de aquellos templos aislados por sus muros; es decir, no había nada que pudiese hacer de cortafuegos o retrasar su avance. El incendio arrasó todo lo que estaba a su nivel primero y luego se lanzó hacia las alturas, tenía facilidad por las concentraciones enormes de viviendas y las calleguelas angostas e irregulares propias de la Roma antigua. Los lamentos y los gritos aterrorizados de la mujeres, niños y ancianos, y el caos organizativo fueron un impedimento para la ayuda.